Urbano ha explicado a Efe que las posibilidades de que la madre conciba un hijo “genéticamente idéntico” mediante la técnica de Diagnóstico Genético Preimplantacional (DGP) son sólo del 10%, aunque, si se logra, la niña cuenta con un 90% de posibilidades de recuperarse una vez que se lleve a cabo el trasplante de médula ósea.
El hematólogo ha explicado que la primera fase del tratamiento, que llevará a cabo la Unidad de Genética, Reproducción y Medicina Fetal del centro sevillano, consiste en fertilizar un óvulo de la madre con los espermatozoides del padre e identificar los “grupos celulares adecuados” del embrión que cumplan los requisitos necesarios para que el tratamiento tenga éxito.
Para ello, es “fundamental” detectar el grupo celular que esté libre de la enfermedad hereditaria y que, a su vez, sea idéntico al paciente para poder implantarlo en el útero de la madre.
En ese momento, habrá que esperar nueve meses del periodo de gestación para iniciar la segunda fase del tratamiento, que consistirá en el trasplante de médula ósea a partir de las células madre o de la sangre periférica del cordón umbilical del recién nacido sano.
Por ello, Urbano considera necesario “ser prudentes”, porque la técnica será “compleja”.