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El 10% de las muertes súbitas en lactantes se relaciona con el tabaquismo pasivo

Los menores expuestos al humo del cigarrillo tienen más riesgo de una patología cardiovascular.

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El 10% de los casos de muerte súbita en lactantes se relacionan con el tabaquismo pasivo e incluso puede ser hasta ocho veces más frecuente cuando el padre o la madre fuman en la habitación donde se encuentra el bebé.

La Fundación Española del Corazón (FEC) advirtió este martes sobre el especial cuidado que deben tener los padres fumadores con sus hijos, ya que, en los meses de verano, el tiempo de convivencia con ellos es mayor. El humo del tabaco incide de forma muy negativa en la salud respiratoria y cardiovascular desde una edad muy temprana. Incluso en una mujer embarazada y fumadora puede producir parto prematuro y aumenta el riesgo de tener un recién nacido de bajo peso.

Así lo explica Jaime Fernández de Bobadilla, coordinador del Grupo de Trabajo de Tabaco de la Sección de Cardiología Preventiva y Rehabilitación de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y cardiólogo del Hospital La Paz, de Madrid.

En general, en los niños, la afectación del tabaco es fundamentalmente respiratoria –aumento del riesgo de asma, bronquitis, bronquiolitis o de la incidencia de neumonías, entre otras enfermedades–, mientras que en los adultos se ve también seriamente perjudicada la salud cardiovascular y se relaciona con la aparición de muchos tipos de cáncer.

Múltiples estudios demuestran que los menores expuestos al humo del cigarrillo tienen más riesgo de sufrir una patología cardiovascular en un futuro.

Según Fernández de Bobadilla, entre la gente joven, que tendría un riesgo cardiovascular muy bajo, el tabaquismo es la causa del 75% de los casos de enfermedad del corazón en edades tempranas.

El 15% del humo del tabaco lo consume directamente el fumador mientras que el restante o secundario es clasificado por la Agencia de Protección Medio Ambiental como una sustancia cancerígena del tipo A, junto con el arsénico y el benceno, entre otras.

La nicotina es el agente activo principal del humo del tabaco, pero otros compuestos como el alquitrán y el monóxido de carbono también son perjudiciales para el corazón y para la salud.

Entre otras consecuencias, las sustancias químicas del humo del cigarrillo contribuyen a la acumulación de placa grasa en las arterias, que afectan a los niveles de colesterol y a un coagulante sanguíneo, por lo que aumentan el riesgo de ataque al corazón.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que cerca del 40% de los menores está regularmente expuesto al humo ajeno en el hogar, y un estudio publicado en la revista The Lancet indica que el tabaquismo pasivo causa 165.000 muertes anuales en niños.

PROTECCIÓN EFECTIVA
El coordinador del Grupo de Trabajo de Tabaco apunta que, a pesar de la aprobación de la nueva Ley Antitabaco, son las familias las que tienen que ser conscientes del daño que provoca en la salud de los niños y de que un ambiente libre de humo es la única protección realmente efectiva.

El doctor señala que la nueva normativa ha sido un “importante paso” para la protección de los menores, ya que la prohibición de fumar en lugares públicos ha modificado drásticamente la probabilidad de que los niños inhalen el humo tóxico del tabaco.

En cambio, la salud de los pequeños sigue quedando desprotegida en el hogar, por lo que resulta fundamental que los padres tomen conciencia del daño que supone el humo del tabaco para sus hijos.

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