La nariz electrónica, patentada por un grupo de informáticos de la Universidad de Málaga, pretende beneficiar sobre todo a personas mayores que tienen movilidad reducida o el olfato poco desarrollado, ha explicado a Efe el responsable del proyecto, Javier González, profesor del departamento de Ingeniería de Sistemas y Automática.
El robot, al que sus creadores han llamado Rhodon, dispone de un software que crea mapas de reconocimiento de olores, en el que señala con un código de colores los puntos en que ha localizado la concentración más elevada de gases.
De este modo, si salta la alarma de una cocina o se produce una fuga, el autómata inspecciona el habitáculo e indica -a través de un dispositivo que genera sonido para alertar de la presencia de gases nocivos- en qué áreas concretas los ha detectado y dónde se encuentra la fuente emisora.
Este novedoso artilugio mecánico permanece conectado a un pequeño ordenador, que controla todo el proceso y se encarga de manejar los sensores, además de posibilitar la interacción con el usuario, que será quien dicté las órdenes al dispositivo.