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Mujeres que derriban los estereotipos de las profesiones masculinas

Una cabo del Ejército y una funcionaria de prisiones de un módulo de hombres reconocen que cuando comenzaron en sus puestos de trabajo les costó adaptarse, aunque consideran que las cosas han avanzado mucho y las mujeres en sus respectivas profesiones están completamente integradas.

Una cabo del Ejército y una funcionaria de prisiones de un módulo de hombres reconocen que cuando comenzaron en sus puestos de trabajo les costó adaptarse, aunque consideran que las cosas han avanzado mucho y las mujeres en sus respectivas profesiones están completamente integradas.

Lucía Peraita es cabo del Batallón de Zapadores XXII de Zaragoza y el pasado mes de enero recibió el premio Idoia Rodríguez en reconocimiento a su trayectoria profesional y virtudes acreditadas durante sus cometidos en las misiones internacionales.

Apunta que fue un orgullo recibir el galardón, cuyo nombre corresponde a la primera militar española que murió en una misión internacional, y constata que el premio contribuye “a consolidar aún más” la igualdad en las Fuerzas Armadas, donde hay más de 16.000 mujeres.

Peraita subraya que cuando se alistó en 1994, con 21 años, le costó integrarse porque escuchó comentarios que no la hicieron sentirse bien, sin embargo, asegura que desde entonces, las Fuerzas Armadas han evolucionado “mucho” en igualdad y, en general, en todos los aspectos.

“En el Ejército las mujeres no lo tienen más difícil que los hombres, lo que ellas tienen que tener claro es saber lo que quieren hacer y que están dispuestas a hacerlo. Si tienen un ideal que lo cumplan”, dice la militar, quien sí considera que la sociedad sabe que la mujer está en el Ejército pero desconocen las funciones que ellas hacen.

Peraita ha participado en las operaciones de paz desplegadas en Bosnia-Herzegovina, Kosovo, Macedonia, Afganistán y Líbano, y también en Paquistán con el objetivo de socorrer a las víctimas del terremoto de 2005.

Como Peraita, la funcionaria de prisiones cuyas iniciales corresponden a A.F.S. asegura a Efe que está “plenamente integrada” en su puesto de trabajo. Ella comenzó “desde abajo” en 1990, ha trabajado en módulos de hombres “exactamente igual” que lo haría un funcionario varón y ha llegado a ocupar un puesto de responsabilidad en una cárcel gallega.

“El trabajo en un módulo de hombres puede desempeñarlo tanto un hombre como una mujer sin ningún problema”, señala A.F.S., quien asegura que la única limitación que existe es que los cacheos y revisión de celdas de un interno lo hace un funcionario y si es de una interna, lo hace una funcionaria.

Está encantada con su trabajo y dice que nunca ha tenido ningún problema con ningún interno, todo lo contrario, la tratan con “muchísimo respeto”, si bien recuerda que en cuando era educadora en la prisión a los presos marroquíes les costaba hablar con una mujer.

“Parece que les daba corte pedir las cosas porque era una mujer pero luego no había ningún problema”, apostilla A.F.S., quien celebra que España “avanza” en igualdad, al menos, añade, en cuanto al funcionariado que es lo ella que conoce.

Comenta que en su trayectoria profesional ha tratado con presos que habían sido condenados por maltrato, pero que delante de ella, sólo lo reconocía el uno por ciento. “Algunos son reacios a tratar con una mujer.

Les preguntas por qué delitos están presos y les cuesta reconocerlo. Suelen decir que la mujer les denunció pero que ellos no les han hecho nada”, apostilla, la funcionaria.

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