La provincia de Cádiz se ha llenado de restaurantes que podrían constituir un destino gastronómico por sí mismos. Aunque Aponiente, en el Puerto de Santa María, siga siendo el gran foco principal, a su alrededor están brotando propuestas diferentes, cargadas de expresividad y que han hecho crecer la propuesta gastronómica de la ciudad portuense.
En el centro comercial de Vista Hermosa, se encuentra Ramé. un local diferente, más bien diría raro ya que se encuentra en la segunda planta de un edificio de oficinas. Equipo joven, formado en grandes casas como son El Celler de Can Roca, Zubero o Akelarre, nada menos, compuesto por tres amigos de la infancia que quieren transgredir en una de las zonas más conservadoras de la costa gaditana.
Una sala que se divide en dos: una interior con mesas bajas y bodega acristalada a la vista, la segunda semi-exterior, ya que es una terraza cubierta, con mesas altas, más agradable para las noches de verano. Las paredes visten cuadros de exposiciones temporales, casi todo a la venta allí mismo. El mobiliario, moderno, sin estridencias, industrial, a la moda imperante. Un servicio atento, cercano, algo apresurado, excusable por ser el primer fin de semana fuerte del verano. Claro guiño en su bodega a Jerez, en esta provincia no cabe otra cosa que no sea llevar con orgullo esta denominación de origen.
Carta corta, divertida e interesante, de estas en las que se te antoja todo lo leído. Platos que tienen una clara base asiática, pero traídos a los ingredientes locales. Fórmula ya muy utilizada en grandes capitales pero que aún se resiste en algunos lugares. Bocados que no suelen ser baratos ya que el trabajo y minuciosidad que llevan detrás los hacen platos muy difíciles de planificar en una cocina con un estándar de calidad alto.
La cena empieza con unas navajas en escabeche de cream y jengibre, alioli, avellana y lima. Toques salinos que se mezclan con la acidez del escabeche, jengibre y lima. Delicioso para empezar.
Otro aperitivo fue la explosiva croqueta cremosa de coral de marisco, sashimi de gamba y emulsión de anchoa. Sabor a marisco intenso, con el contraste de temperaturas y textura que le da el sashimi de gamba.
Con los dumpling, especialidad de esta joven casa llegamos al momento culmen. Su siu mai de kokotxa de atún, curry rojo tailandés, emulsión de salicornia y crumble de coco era especial, pero se vio superado por el dumpling de carrilleras al PX, mayonesa de 5 especias chinas, salsa agridulce casera y arroz salvaje frito. Dos bocados imprescindibles si acudís a esta casa. He de reconocer que soy un gran aficionado a estas empanadillas asiáticas porque para mí son de los bocados más golosos que se pueden concentrar.
Para pasar a los principales escogí un pulpo a baja temperatura y asado, mojo canario de canónigos, praliné de ajo al amontillado. Quizás el fallo más tonto de la noche. El punto del pulpo, con la dificultad que esta materia prima entraña, algo chicloso. Una pena para terminar ya que el plato conceptualmente está muy bien traído.
En la parte dulce, aunque nos vimos tentados por su tarta de queso, nos decidimos finalmente por la cremosa de chocolate. Una tarta de textura algo mejorable, pero de sabor intenso y amargo, perfecto para terminar una cena maravillosa.
Una propuesta atrevida, divertida en lo que es para mí la revelación de este verano en la provincia gaditana. No sé si los inviernos se harán largos en una urbanización en la que el verano es el punto más alto significativamente del año. Aún así es un gusto ver crecer sitios que pretenden transgredir donde aún se puede entender como un gesto de valentía y no una pose para contentar a turistas venidos de todos los rincones. Yo volveré a dejarme caer por este pequeño rincón de El Puerto.