Tiene nombre de película. Y efectivamente la hay con ese nombre y con temática similar sobre los servicios secretos, sobre asuntos internos de la policía y sobre el espionaje. Es la salsa de centenares de tramas que las pantallas trasmiten cada día.
Asuntos sucios destapados por la prensa. Es el núcleo central de las conspiraciones que se ponen al descubierto y que molestan a cualquier gobernante. Ya se conocen los dichos famosos: Es noticia aquello que no quieren que se publique; Todo lo que un patrono quiere publicar es publicidad, lo que él quiere mantener fuera del papel es noticia.
El gobierno presidido por Mariano Rajoy ha quedado al descubierto. Ya se sabía pero se hace lo posible y lo imposible para que no sea escándalo. Así que hablemos de Gibraltar Español que da más juego.
Un día salen las anotaciones sobre el ministro Catalá y otro sobre el chofer de Bárcenas. Éste silbaba la melodía de “Coge el dinero y corre” al volante y se mostraba sumamente servicial con la familia del tesorero mientras hacía trabajos sucios pata los servicios secretos –oficiales- pero convertidos en paralelos a la orden del partido del gobierno.
Así fue hurtando y fotocopiando todo lo implicaba a altos cargos del Partido Popular y del gobierno.Le llaman “Operación Kitcken” (cocina en alemán).
Facturas comprometedoras para todos los dirigentes del PP, las notas que escribía la mujer de Bárcenas tras sus encuentros en la cárcel, los pagos de las campañas electorales con dinero de la caja B, los ingresos de los donantes ilegales del partido, las entregas en B a dirigentes, detalles concretos de seguimientos ilegales…
Además del chófer – por eso se llama Operación Kitchen- varios “cocineros” colaboraron con esa policía, hasta presos de confianza que vigilaban a Bárcenas en la cárcel.
Para la policía política –antipolicía, porque en democracia no puede existir eso- se trataba de hacer la “encomiable” labor de rescatar para las cloacas del Estado el detritus del partido que gobernaba. No se aportaron al juzgado ninguno de los documentos que cayeron en poder de estos colaboradores pagados con los fondos reservados del Estado, prostituidos para un obsceno provecho partidario. Varios años más tarde, el juez De la Mata quiere poner remedio a la impunidad. Mientras, el responsable policial de esto Cosidó - ha llevado al magistrado Marchena a quedarse en la Sala Segunda del Supremo y renunciar a presidir el Poder Judicial.