Hacia las 18.00 horas toda la comitiva ya estaba preparada en el Club Caleta para comenzar el cortejo procesional del Entierro de la Caballa por las principales calles de la Viña y del Balón.
Una muchedumbre de gaditanos se dio cita ayer en La Caleta para decir adios al periodo estival con la quema de la caballa. Esta fiesta quedó insituida en la ciudad hace unos 24 años. El entierro o quema de la caballa es un acto simbólico que marca el final del verano, ya que es precisamente este periodo de tiempo en el que tiene lugar su consumo más habitual, cuando los pescadores de la Caleta consiguen las mayores capturas. Este pescado es el indiscutible protagonista gastronómico del verano gaditano y no hay bar ni restaurante que no lo ofrezca a sus parroquianos bien acompañado de una suculenta “piriñaca”, por eso, la forma instituida de despedir el verano es quemando la última caballa.
Hacia las 18.00 horas toda la comitiva ya estaba preparada en el Club Caleta para comenzar el cortejo procesional por las principales calles de la Viña y del Balón.
La caballa, en su cesta acompañada de su “piriñaca”, la banda de música cerrando el cortejo y los clérigos y viudas plañideras llorando su muerte.
En esta ocasión, el comparsista Pedro Romero, del barrio de Santa María, fue el encargado de pronunciar el pregón, el cual fue corto y profundo “para no aburrir al personal”.
El que se bautizó en las aguas de La Caleta fue Antonio Trujillo, Catalán Grande, pese a ser “viñero de toda la vida”.
Gastronomía y carnaval Una vez la caballa procesionó por las calles de Cádiz, la comitiva regresó a las dependencias del Club Caleta. Allí se ofreció a todos los asistentes una degustación de fideos con caballa, todo regado con cerveza muy fría. El broche de oro lo puso la actuación de varias agrupaciones carnavalescas, como La Factoría y A los que se les ve la pluma.