Los dioses premian a los osados

Publicado: 06/06/2018
Autor

Manuel Pimentel

El autor del blog, Manuel Pimentel, es editor y escritor. Ex ministro de Trabajo y Asuntos Sociales

La Taberna de los Sabios

En tiempos de vértigo, los sabios de la taberna apuran su copa porque saben que pese a todo, merece la pena vivir

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Sánchez, el osado, no lo tendrá fácil. Pero, ¿quién dijo que gobernar lo fuera? Y algo nos dice que, por ahora, los vientos soplarán a su favor
La democracia española funciona, a pesar de sus evidentes imperfecciones. Sus engranajes parlamentarios giran bien engrasados y, gusten más o menos, permiten que la máquina del Estado se regule y ajuste con precisión y legalidad. Y así tenemos nuevo presidente sin que aún hayamos terminado de creérnoslo. Démosle, por elemental cortesía, una bienvenida sincera y cautelosa.

Los dioses premian a los osados y a Pedro Sánchez, flagrante presidente del gobierno de España, le regalaron, además, una segunda oportunidad. Lo intentó una vez anterior, fracasó y tuvo que dimitir. Pero se sabía elegido y revivió de sus cenizas, como el ave Fénix de los clásicos. Ganó en su casa, se rearmó y esperó el momento adecuado. Las matemáticas parlamentarias le permitieron derrotar a un rival atónito y noqueado y el sudoku azaroso de los escaños dictaminó finalmente a su favor.

Hizo bien Sánchez al presentar su moción, hizo bien Rajoy al no dimitir y permitir la formación del nuevo gobierno. Mejor un ejecutivo débil con un presupuesto aprobado que unas inciertas rondas de investiduras de imposible concierto y puerta cierta a unas nuevas elecciones que a nadie convenían, menos aún a una economía que marcha a razonable velocidad.El abrir un nuevo periodo electoral hubiera avivado las llamas de la inseguridad, la interinidad y la desconfianza.

Rajoy, más allá del feo detalle de ausentarse del Congreso, planteó bien su debate. Sale con dignidad, por más críticas que merezca su gestión de los casos de corrupción que le dieron la puntilla. Como todo gobierno, su balance presenta claroscuros. Deja una España con crecimiento y con menos desempleo de la que se encontró, lo que es motivo de aplauso. Pero también resulta evidente su error por la tardía reacción frente al desafío secesionista. Actuó tarde, aunque bien. Su inacción y pasividad alimentó el monstruo de la sedición, apenas si retenido por un tardío 155, bien atado con el PSOE y Ciudadanos. Rajoy se rodeó de un gobierno de perfil bajo, que prefirió no molestar antes que expresar una idea novedosa; que fue propenso al bostezo antes que a la sonrisa,creyente, como era, de esa religión antigua que mandataba que lo mejor para no equivocarse es la inactividad como bandera. El PP necesitaba de manera urgente un tiempo en la oposición para sanearse y reverdecer. Y lo ha encontrado. La moción ha sido un regalo para el futuro de la formación conservadora y quien tenga ojos, que sepa verlo.

Rajoy ya se marchó, en la certeza de que, los que vienen, bueno lo harán. Quién sabe. Es la hora de Sánchez, el osado. Se precisa tiempo para juzgar su gestión y mandato. Tiene ahora sus cien días de gracia y ojalá sepa aprovecharlos. Sánchez llega y Rajoy se va, mientras que la moción roba la cartera a un Rivera estupefacto. El designio de los dioses no fue benigno con el llamado a suceder a Rajoy. Los vaticinios parecían ungirlo como elegido, pero el destino le hurtó el poder que ya acariciaba. Iglesias, mientras tanto, parece haber asimilado la lección primera de la acción política. Más vale algo de poder en mano que ciento volando. Bienvenido sea a la realpolitic hispana. Fan de Juegos de Tronos, protagoniza, ahora, uno de sus más intensos capítulos. Que tenga cuidado, porque Sánchez sabe que, para crecer, debe merendarse a la formación morada. Y lo va a intentar, vive Dios que a ello se aplicará.

El primer nombramiento de Sánchez fue toda una declaración de principios. Borrell, un buen ministro, lanza un mensaje europeísta al tiempo que advierte a los independentistas que, de bromas, nanai de la China. Bienvenido sea. Sánchez, el osado, no lo tendrá fácil. Pero, ¿quién dijo que gobernar lo fuera? Y algo nos dice que, por ahora, los vientos soplarán a su favor. Ya veremos. Que tenga suerte por el bien de todos.

 

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