Llegó a este manicomio la triste noticia de que había muerto el padre de mi amigoJuani Sánchez en el Hospital de San Carlos, y, aunque una muerte nunca debe ser motivo de alegría, se me va a permitir, al menos por una vez, transmitir una sincera sonrisa que es más bien fruto del reconocimiento que le debo a mi amigo. Me explico.
No me habían ingresado todavía entre estas cuatro paredes, cuando ya el padre de Juani estaba bastante malito. De ser un hombre hecho y derecho, la enfermedad se lo fue comiendo poco a poco, lo fue recluyendo en su cama, lo fue dejando inmóvil y el tiempo hizo el resto. Durante los últimos cuatro largos años, tanto Juani como su hermanaRosihan estado allí junto a él turnándose, al pie dela cama, levantándolo en peso a puro riñón, lavándolo, sonriéndole, acompañándolo y aliviando sus dolores. Un día y otro día, sin esperar nada a cambio, simplemente porque era su padre. Esta última semana santa cantaba Juani las saetas con la garganta rota y el pensamiento puesto en su padre.
Me acerqué al entierro, y, mientras el cura decía cosas maravillosas del otro mundo, a mí me dio por aterrizar mentalmente en este que me parece más real y me coge más cerca. Y pensé por un momento que ni todos los padres son iguales, ni todos los hijos están cortados por las mismas tijeras. Por el testimonio de muchos locos que comparten conmigo existencia y recinto puedo deducir que la vida es tan rara como cruel. Te partes la cara por tus hijos pequeños durante toda su tierna niñez. Si se ponen enfermos, te vuelves loco por buscarles remedio. Luego te desvives por enderezar sus inquietos y peligrosospasos de juventud, después te revientas por ayudarles en su madurez.
No contento con todo ello y, cuando lo que deseas es descansar merecidamente, cuidas de sus hijos para llevarlos y traerlos a donde haga falta y a la hora menos pensada, porque por los nietos se hace lo que sea. Y, cuando llegan los achaques y uno está ya para sopita y papilla, comprueban los hijos por los que tanto luchaste quete has convertido en una pesada carga que alguien tiene que soportar. Dudan entonces entre atenderte como puedan o mirar para otro sitio o meterte en una residencia de ancianos o dejarte morir poco a poco entre dolores, mientras echan sus cuentas para saber con exactitud cuánto les va a tocar en herencia.
Afortunadamente no todos los hijos dudan ni todos son así. He acompañado a Juani, porque su caso es todo lo contrario a lo que hoy hacen muchos malnacidos. Él ha estado con su padre hasta que la muerte se lo ha llevado. Muchos días Juani podría haber puesto como excusa que tenía otras cosas que hacer y otros problemas que atender, pero no.Podría haber descargado su responsabilidad en una residencia, pero ha antepuesto a cualquier otra consideración el amor y el agradecimiento de un hijo hacia quien lo trajo al mundo y siempre estuvo a su lado para lo bueno y para lo malo.
Por eso se me va a permitir hoy que sonría. Porque he visto lo que son unos hijos de verdad. Su padre se ha tenido que marchar al otro mundo a sabiendas de que ha sido pagado con creces y correspondido por su hijo Juani, el mismo que ocupó gran parte de su vida desde que su madre lo trajo a este mundo.Rosi y Juani: descanse en paz vuestro padre y descansad también vosotroscon la conciencia muy tranquila por el deber cumplido.