El kimono, el traje tradicional japonés, se reinventa de la mano de jóvenes diseñadores y muta en nuevas prendas y objetos más acordes al estilo de vida del siglo XXI como pañuelos, abrigos de entretiempo, sombrillas o carteras.
Las mujeres japonesas lucían a diario el kimono hasta bien entrado el siglo XX. Con la introducción de la moda occidental tras la Segunda Guerra Mundial la prenda nipona por antonomasia cayó en un relativo desuso y quedó relegada a las ocasiones especiales.
Hoy, sin embargo, jóvenes creadores del país asiático se inspiran en esta túnica japonesa para sus colecciones o reutilizan retazos de kimonos de seda o algodón para crear prendas contemporáneas.
Es el caso de una diseñadora surcoreana afincada en Tokio, Dunegheni Park, quien ha creado la marca Gallery Shili Tokyo, especializada en convertir majestuosos kimonos en otras prendas más sencillas como ligeros abrigos de entretiempo o pañuelos.
"Me gustaba el concepto de reciclar una pieza tan bonita como un kimono. Algunos de los que uso como base de mis diseños tienen hasta cien años de antigüedad", explica a Efe Park, que desde hace unos seis años busca estas piezas en mercadillos y ferias especializadas de Japón.
"Los japoneses han dejado de usar esta prenda porque no es nada cómoda", apunta la diseñadora. De hecho, para vestir a una mujer con un kimono elaborado, como el que se usa en las bodas, es necesario invertir alrededor de una hora y contar con al menos un asistente.
Por ello, la creadora de Gallery Shili Tokyo se ha propuesto diseñar unas prendas "contemporáneas y que se puedan utilizar en el día a día" que permitan dejar aparcada la parafernalia del kimono -cuya versión más sencilla incluye dos tipos de ropa interior y se luce con un tocado en el pelo-.
"Hay algo que me atrae de la belleza de los kimonos y aún hoy es posible encontrar piezas increíbles y muy bien conservadas en algunos mercados", detalla Park.
Sus ligeros abrigos de mangas tres cuartos y sus pañuelos hechos con retazos de kimonos y mezclados con tejidos como la seda, la cachemira o las pieles se pueden comprar por unos 90.000 y 30.000 yenes (alrededor de 757 y 250 euros), respectivamente, en el exclusivo barrio tokiota de Omotesando.
Además de las coloridas piezas de Park, otros diseñadores han apostado por darle una nueva vida a los kimonos en forma de sombrillas para el sol o carteras y monederos.
Agujas, hilos, telas y antiguas máquinas de coser pueblan el taller de la septuagenaria Tomoko Kamata, que desde que cumplió 16 años transforma kimonos en sombrillas, un elemento que toma las calles de Japón en cuanto aprieta el calor y que los locales usan para resguardarse de los rayos del sol.
Para Kamata lo más complicado de su trabajo es "desmontar" los kimonos de segunda mano ya que estas piezas antiguas suelen estar muy bien hilvanadas.
Una vez desarmados, la japonesa utiliza los retazos de tela para decorar las sombrillas, que se venden por unos 30.000 yenes (alrededor de 250 euros) en varios centros comerciales de la capital nipona.
Los kimonos nunca pasan de moda en Japón, aunque ahora se lleven anudados al cuello de las japonesas más jóvenes o las protegen del sol.