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Zapatero no remata las jugadas

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El presidente del Ejecutivo socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, lleva ya gobernando tiempo suficiente como para extraer la conclusión de que es un líder con ideas que, a la hora de la verdad, se quedan en el limbo o, a lo sumo, a medias, porque no remata las jugadas. La prueba de que Zapatero es un político con capacidad de ilusionar pero no de rematar a gol la dio en el reciente debate sobre el estado de la nación, donde frente a una oposición envalentonada a cuenta de la crisis, ZP remontó el vuelo al lanzar nuevas ideas, ciertamente estimulantes, con las que sólo unos días después ya se ha vuelto a liar. El ejemplo más palpable es el de las ayudas por compra de coche, cada día más difícil de entender en función de donde viva cada ciudadano español, pero lo mismo podría decirse de la rebaja paulatina de la desgravación fiscal por vivienda. Una de dos: o el presidente no sabe hacer equipos, capaces de desarrollar su alta estrategia política, o él mismo no prepara lo que anuncia, ni con sus ministros ni con los grupos parlamentarios que, estando en minoría, precisa sumar a su causa. En un país como España, sociológicamente más de izquierdas que de derechas, no son las ideas de Zapatero las que están en juego, sino su plasmación en realidades.

No es de extrañar en este contexto que la crisis económica empiece a hacer mella en el Gobierno socialista, de modo que ahora el PP, a pesar de los escándalos, parte hacia las elecciones del Parlamento Europeo del 7 de junio con cuatro puntos de ventaja sobre el PSOE, según la estimación de voto de la encuesta elaborada para El Periódico de Catalunya por la empresa Gesop. La conclusión del barómetro del diario del Grupo Zeta es clara: el PP también ganaría las legislativas si se celebraran en este momento, incluso a pesar de que los populares pierden algunos votos a favor del partido de Rosa Díez, que mejora sus resultados al tiempo que su líder sale mejor valorada que Zapatero y Rajoy.

Es evidente que Zapatero no puede seguir improvisando, no sólo a riesgo de que su partido se despeñe, sino de que el conjunto del país se venga abajo.

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