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Me queda la palabra

Antonio Piera, enel Recuerdo

Sabes que te queremos, hermano, que tu ausencia nos refuerza más todavía, que todas las cosas bellas que te mereces te las habrán dicho otras gentes más lúcidas antes que yo y sobra rebuscar más frases que, por muy brillantes que surjan, nunca estarán a tu altura.

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Querido Amigo:
Apenas sin darnos cuenta el tiempo se nos escapa como el agua en las manos. Todo pasa y el devenir de los días se sucede de manera inexorable ¿Quién diría que hace ya dos años que te marchaste? ¿Que hace dos años que vivimos sin ti?
Aprovecho este aniversario para recordarle a Rota que hubo una vez un hombre singular, generoso y grande, entregado y capaz, que contagió su entusiasmo a una población que se adormecía anodina entre unas realidades que se cambiaban vertiginosas y una conciencia lasa y acomodaticia que procuraba dejarse llevar como barquito juguete de las olas en el mar proceloso de los tremendos cambios que nacían a la historia. En aquellos embates fuiste tú quien monopolizó el valor, despertó las inquietudes y nos mostró el camino, que transcurría seguro y derecho hacia los nuevos tiempos.
Pero fue que esta vida esquiva, como si estuviese al servicio del enemigo, te abandonó muy pronto para dejarnos huerfan´s de tu liderazgo y de tu presencia.
Quizás vaya siendo el momento de relegar el pasado a su lugar. Es verdad que aunque en la hoja se amontonan palabras preñadas de nostalgia, en cambio los recuerdos que se esconden y se revelan caprichosamente en mi memoria son mucho más bellos y más positivos, pero esos me los voy a guardar para mí: Así de egoísta se han vuelto mis recuerdos.
El año pasado te anuncié que no te iba a andar molestando todos los años, pero llegada la fecha me ha resultado imposible dejar de conmemorar tu adiós.
Me dejo de tristezas y me regocijo de que quizás en el Parnaso de los Ilustres, donde seguro que gozas de sitio privilegiado, sepas de nuestras andanzas. He de decirte que hemos lamentado el adiós de otro de tus grandes amigos, Javier Krahe, el que le cantó al traidor aquello de “Hombre blanco habla con lengua de serpiente” y que seguro ahora se echa unas risas contigo todas las noches mientras recordáis vuestras vivencias y vuestras canciones.
Aquí tampoco es que tengamos mucho que contar. Cambió el ayuntamiento y como era de esperar, si bien el sucseso aportó muchas ilusiones a las gentes de Rota, no es que el cambio sea para tirar cohetes, aunque mentiría si no reconociera que hay muchas cosas que se ven mejor, pero también otras donde no se nota el cambio o incluso donde vamos para atrás.
La esperanza, acometida más por agentes externos que internos, sufre de sobredosis de patógenos. Ya sé que me lo advertiste, pero aquí andamos a la greña con quienes deberían ser compañeros de viaje.
No te aburro más. Sobre el resto tampoco es que haya mucho que decir. No voy a andar ahora con cosas tristes de nuevo, como el título de aquella genial chirigota “El que la lleva la entiende”. En resumen que seguimos para adelante y que no quedará por falta de ganas.
Sabes que te queremos, hermano, que tu ausencia nos refuerza más todavía, que todas las cosas bellas que te mereces te las habrán dicho otras gentes más lúcidas antes que yo y sobra rebuscar más  frases que, por muy brillantes que surjan, nunca estarán a tu altura.
Así que solo me queda mandarte el saludo que se ha hecho indispensable.
“Aprendimos a quererte desde tu histórica altura...”
¡HASTA SIEMPRE, COMANDANTE!

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