Los pitidos y abucheos contra el Rey Don Juan Carlos y el himno de España en la final de la Copa del Rey reabrieron una polémica que recuerda a la quema de fotografías del monarca protagonizada por independentistas catalanes en septiembre de 2007. Muchos analistas consideran que lo sucedido en el Estadio de Mestalla revela un problema de fondo con los nacionalismos periféricos que no hace sino advertir de la posibilidad de una fractura del Estado, un riesgo que en su opinión ha abierto el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero con una política autonómica que ha dado alas a los independentismos. Es un síntoma que no hay que minusvalorarlo. Sobre todo porque detrás de las pitadas seguirán otras acciones, una espiral que ¿dónde se puede acabar? Porque el problema no estriba en los hechos que han tenido lugar hasta ahora sino en los que pueden ocurrir y cuando queremos reaccionar puede que sea demasiado tarde. Hay que comenzar a poner límites cuanto antes. Nos imaginamos el escándalo que se montaría si por un momento grupos incontrolados se mofaran de las enseñas vascas o catalanas ¿qué pasaría entonces?
En Francia ocurrió algo parecido, en un partido internacional que presidía Jacques Chirac como presidente de la República Francesa se abucheó y se pitó al himno francés La Marsellesa, inmediatamente se levantó y se fue, desde ese momento se tomaron varias medidas de seguridad en los partidos internacionales y todos los años los inmigrantes que se nacionalizan deben jurar la Constitución de la Vª República y pasar por debajo de la bandera. Algo similar ocurre en Estados Unidos donde los inmigrantes tienen que jurar la Constitución y la enseña nacional acto además al que se le da cierta solemnidad. Además en los centros escolares de esa nación se iza por las mañanas la bandera con la mayor devoción.
En España urge tomar medidas. ¿Tan difícil resulta que los presidentes de los clubs de fútbol Barcelona y Atlético de Bilbao, Joan Laporta y Fernando García, condenen públicamente los hechos o que los autonómicos también lo hagan? Cuando ocurra cualquier tipo de agravios a los símbolos de Cataluña y Euskadi toda España de una manera unánime condenaría las ofensas realizadas. Se trata de que ya se comience a señalar lo que está bien y lo que está mal. Los líderes sociales y políticos tienen que tomar posturas para que quede claro aquello que es condenable. Un Estado o una nación que no respeta sus símbolos es que son graves sus patologías sociales y políticas y sus estructuras se encuentran en proceso de resquebrajamiento. Como señaló Ortega y Gasset en su España invertebrada: los particularismos regionales destruyen la nación.
Hasta pronto gadiritanos.
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