El fallecimiento de un periodista de largo recorrido y reconocida maestría que deja huérfana de muchas cosas a la profesión periodística
Se nos ha ido una institución, persona y personaje. Nos ha dejado huérfanos de buen saber comunicar Jesús Hermida, tras su muerte este lunes en Madrid a los 77 años de edad. Y se nos ha ido también un onubense ilustre, al que en esta tierra se le tiene gran cariño. Reconocido por su peculiar manera de contar historias, no hay que olvidar que ha sido también un pionero de la información en televisión, y el hombre que dio forma y formato a las mañanas televisivas, pues él fue el que las puso en marcha cuando TVE amplió su horario, en una fórmula que todavía hoy se mantiene y que se reitera en todas las principales cadenas. Hermida deja un hueco de esos que no se pueden cubrir, por lo que ha aportado en lo que a lo profesional se refiere, pero también a lo personal y a lo humano. Y le adorna también otra virtud que es ese olfato especial que atesoraba para reconocer el talento de tantas y tantos comunicadores que lanzó a la primera línea de la comunicación y del espectáculo televisivo, y que ayer se lamentaban, porque realmente, era como si se les hubiera muerto un padre. En blanco y negro y en color, queda el testimonio audiovisual que guardan los archivos televisivos, y que estarán ahí para siempre, para que las generaciones actuales y las que han de venir en esta complicada pero subyugante profesión que es el periodismo, aprendan de su forma magistral de hacer las cosas, pero también de sus valores.