Cuando era un niño admiraba a muchas personas de Ronda, a las que mi madre conocía y les tenía un cariño especial por su valía. Antonio Avilés era uno de ellos. Lo recuerdo siempre dispuesto a ayudar a la Cruz Roja y a colaborar con todo lo que se le pedía. Con los años, lo veía todos los sábado ya que él, personalmente, se llevaba los ejemplares de Ronda Semanal para venderlos en la gasolinera de su propiedad en la carretera de San Pedro. Antonio era una buena persona, amable campechana y muy sonriente. Un hombre valioso, emprendedor y luchador. A lo largo de los años siempre mantuve contacto con él y creo que me tenía un cariño especial por ser hijo de su amiga Loli Peña.
A Avilés le pongo dentro de una generación de rondeños que merecían la pena, y que fueron el motor de la ciudad durante los últimos cuarenta años. Por ley de vida muchos ya no están y me preocupa el pensar si los que nos quedamos estaremos a la altura de estás personas que tanto hicieron por Ronda. No me gustaría olvidarme de ninguno, por lo que no los citaré, pero estoy convencido de que hemos tenido la suerte de contar con un grupo humano que marcarán una época en la historia de esta ciudad.
Desde el punto de vista empresarial, podríamos decir que se nos va unos de los empresarios más importantes en el sector de la construcción y que supo mantenerse en su misma línea de trabajo sin hacer locuras durante la gran burbuja inmobiliaria.
Antonio deja una gran familia en la ciudad de Ronda que seguro que seguirá haciendo gala a su apellido, con hijos y nietos que siguen constituyendo una parte importante de la sociedad local.
Ronda pierde una gran persona y un magnífico empresario que supo con su forma de ser y su sonrisa aportar muchísimo a los que le conocíamos. Descanse en paz.