Hacía varios años que no acudía a Fitur. Este año he vuelto y les puedo asegurar que la decepción ha sido mayúscula. Estuve el jueves y, aunque pasé todo el día en el pabellón de Andalucía y en el stand del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, sólo me encontré a un rondeño al que pude saludar. Allí estaba el presidente del Ceder, Alfredo Carrasco, y políticos de todos los municipios de España. Sin embargo, tuve la mala suerte de no encontrarme con ninguno de los miembros de la delegación rondeña. En varias ocasiones acudí al mostrador que tenía Ronda en uno de los pasillos de entrada y allí había una solitaria azafata entregando folletos.
A la mente se me vinieron aquellos años en que Ronda tenía una gran stand al que acudían cientos de rondeños para promocionar las bondades de la Serranía.
A mi llegada a la redacción del periódico me encontré con comunicados, fotos y declaraciones que nada tenían que ver con mi percepción personal. Siempre me ha gustado contar las cosas en primera persona y, es por ello, por lo que quería narrar en esta columna mi experiencia en Fitur 2014. Aunque me dicen que la promoción ha sido importante y que se ha hecho un buen trabajo, la realidad es que yo no puedo certificarlo.
Es cierto que pocas ciudades andaluzas tenían un mostrador propio para venderse y nosotros contábamos con uno, pequeño, en el que se podía recoger folletos y publicidad de Ronda Romántica.
Alarmante resulta también el que la presencia de empresarios rondeños haya sido testimonial en un evento en el que según nos dicen se cierran los paquetes turísticos que se venderán para todo el 2014.
No es justo por mi parte criticar a los representantes locales por una percepción propia. Por tanto, esperaremos a ver los resultados y después será el momento de sacar conclusiones.
