A lo largo de este año que ya se nos va acabando ha sido el Gran Eje escenario de varias situaciones apropiadas para la primera parte del programa “Gente”, de Televisión Española. A la dedicada a los sucesos, me refiero. Primero fue un caballo, tordo, que se desbocó y cabalgaba a su libre albedrío en sentido contrario. El jaco acabó amarrado a una farola en la puerta de la farmacia 24 horas. Meses más tarde apareció un búho de grandes dimensiones desorientado deambulando por la acera y asomándose a la calzada desafiando al tráfico.
A mediados de septiembre seguidores del Córdoba y del Real Jaén no tuvieron mejor cosa que dirimir sus controversias arrojándose sillas, mesas y servilleteros de un bar, los unos a los otros, dejando aquello hecho un desastre y haciendo que el vecindario se despertase sobresaltado a mitad de la siesta en la tarde de un domingo. Y para terminar, la pasada semana un turismo ardiendo en la puerta de la sucursal del Banco Santander como si fuera una falla valenciana. Auténtica bola de fuego que si no llega a ser por la proximidad del parque de bomberos, pudo tener consecuencias fatales.
De todos estos casos verídicos, como diría Paco Gandía, no fui testigo directo de los mismos, pero en cambio escasos minutos después ya estaba orientado de lo que iba pasando una calle por debajo de mi casa. Fotos y hasta videos. Y todo ello sin ni siquiera pedirlo. Únicamente bastaba con que algún amigo hubiera estado en el lugar de los hechos, en riguroso directo para automáticamente propagar la información. Y si uno quería ampliar datos acto seguido se encaramaba a Twitter y ahí encontraba más de lo que buscaba.
Antes, seguramente, cosas así pasaban en el Gran Eje y no tenían la misma trascendencia. Ahora en cambio sucede algo fuera de lo normal y nos faltan segundos para salir corriendo a contarlo, y es porque vivimos enganchados a estos teléfonos móviles que nos comunican con quien no tenemos delante y son capaces de incomunicarnos cuando estamos entre amigos y todos a la vez andamos dándole a los pulgares, aunque sea incluso para hablar con quien tenemos justo enfrente.
Dentro de un mes y quince días, el Gran Eje, que dicho sea de paso es el nombre artístico de la Avenida de Andalucía porque así figura al principio y fin de la misma, acogerá uno de los momentos mágicos que tiene esta ciudad como es la carrera de San Antón. La versión deportiva de una de nuestras fiestas más tradicionales. Que nadie se extrañe si ve corriendo a más de uno mirando al suelo y entre medias tecleando un teléfono. Grabándose a sí mismo. Haciendo fotos de Jaén al paso que marquen sus zapatillas y por supuesto todo eso twitteado al momento.
Vivimos en una sociedad que cada vez más funciona así, haciendo cierto el lema del programa “21 días” de que no es lo mismo vivirlo que contarlo.