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"Esqueches y escraches"

La Asociación de teatro Simprota de Medina Sidonia han representado en los últimos días su nuevo proyecto teatral

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  • Imagen de la obra.

La Asociación de teatro SIMPROTA de Medina Sidonia han representado en los últimos días un nuevo proyecto  “Esqueches y Escraches”, donde nos sorprende gratamente llevando a cabo un montaje teatral con toda la amplitud de la palabra montaje “ una verdadera y auténtica experiencia dramática que aúna palabra, movimiento, sonido, luces, escenarios, pasillos, bares, camerinos, oficinas, y sobre todo actores, grandes y pequeños actores… todo sin salir del teatro Miguel  Mihura Álvarez de Medina Sidonia” según palabras de la directora y dramaturga Lola Diaz Cuevas.

En el marco de la actual crisis económica y social, los chicos de SIMPROTA recorren  distintos conflictos reflejados desde diversas ópticas, para crear un caleidoscopio en el que cada situación encuentra su razón de ser.

Ha supuesto un tremendo colofón a una semana final de curso intensa y movida como le gusta a Jose Aurelio Martín, director instigador de esta experiencia escénica rompedora y transgresora, que ha tenido lugar en siete representaciones, con unas 150 personas de público y casi una treintena de actores.

Comienza el espectáculo con el particular compromiso por escrito de no desvelar ni la totalidad ni parte del contenido por lo que intentaremos aquí ser fieles a lo firmado.

Durante la representación del nuevo montaje teatral, según Lola Diaz “nos reciben dos anfitriones muy particulares, a caballo entre don Quijote y Sancho, Miriam y Rubén nos guían por el recorrido teatral que nos sumerge en las entrañas del teatro, porque el Mihura cobra vida como si de un ente orgánico se tratara para dejarse usar como siempre deben ser utilizados los teatros, en toda su magnitud. Cuando uno cree que al sacar su entrada va a pasar a la sala de butacas, nuestros anfitriones nos sugieren un quiebro y ya en el mismo pasillo comienza la acción. Mari Carmen Hermoso, en su magnífico papel de maga con chistera y sus aventajadas alumnas, nos desgranan con gran plasticidad y sarcasmo uno de los grandes misterios de la mágica economía que nos gobierna, desmontando lo que siempre habíamos supuesto: que uno y uno no son dos. Al terminar, otro quiebro nos da de cruces contra la crueldad de los medios de comunicación de masas. Sara, Davinia y María Cruz son las periodistas víctimas del sistema, peones de un intrincado laberinto de poderes que nos llevan directamente al amo que mueve los hilos, Luis Martínez, que en su primer papel saca los colores a propios y extraños al enfundarse copa en mano, el disfraz de todopoderoso del cuarto poder. Él maneja los hilo”.

Paralelo a los sketches “ en nuestro recorrido salen a nuestro encuentro varias veces durante la representación en forma de escraches, piquetes reivindicativos, dignos supervivientes del movimiento, con eslóganes agresivos que cobran importancia  hoy más que nunca. Corean gritos de denuncia, y nos vapulean, nos empujan y reivindican para convulsionar nuestra conciencia. Aparece y desaparece el grupo de manifestantes anónimos pero conocidos por todos, grandes actores en el anonimato de la masa que actúa como un todo, para recordarnos en cuanto nos despistamos que la lucha no cesa”

Sin darnos cuenta nos encontramos a María Ángeles Mota, fantástica en su rol de jovencita que busca un puesto de trabajo ofrecido por Carlos Bancalero, frío y calculador jefe de recursos humanos de una empresa líder y productiva, pero no especialmente por sus artes de contratación. Aquí el rojo, la pasión y el poder una vez más nos demuestran con genial maestría quién domina la situación, cómo se puede trepar sin cuerdas en la jerarquía empresarial.

Sin abandonar el espacio unas geniales sombras dirigen nuestra atención, Dani hostiga a María Isabel que entre gritos desesperados muestra sus dotes como mujer fuerte pero frágil, etérea pero más real que nunca y se deja, se deja en el amplio sentido, sin abandonarse porque encuentra el camino de una lucha sin cuartel. Tras ellos, nos trasladamos al improvisado bar donde los estupendos chicos de Futuro, el trío premiado que forman Bryan, Bosco y Juanjo, dos caras y el canto de una misma moneda que desmontan en un hábil discurso el mito de Peter Pan, ese querer parar el reloj que yo me bajo aquí, sabiendo que si algo es inexorable es el paso de tiempo.

De vuelta al periplo, nos adentramos en las entrañas del volcán, en la barriga de la ballena, para descubrir a la genial Cristina Ramírez, enterrada en vida a quien paradójicamente solo le falta una palada de tierra que la cubra, y por eso, ella se la echa, la tierra y la pala, para mostrar el trágico final de la realidad de aquellos que pierden a diario sus casas, esa realidad que está cada día más cercana y cada segundo más injusta e inmoral. Cristina sabe cómo hacernos sentir la claustrofobia, el calor, el insoportable hedor que un despojo humano nos desgrana al saberse muerta en vida, abandonada y encima, culpable.

Con un nudo en la garganta y el corazón encogido descubrimos que un espejo gigante se ha colado en el teatro, y Bosco y Noelia se ríen de nuestra mera condición de espectadores, descubrimos el juego teatral, la cuarta pared que se gira y se rompe descubriendo cómo cada uno mira en redondo, la grandiosidad del espacio para encontrar un sentido a lo que ha visto, oído, sentido, y así ponerle un precio, sin olvidar que solo los necios confunden valor con precio.

En definitiva, una gran experiencia vital y dramática de un grupo de alumnos y profesores que en palabras suyas han visto mucho teatro sin pisar el escenario, un grupo de gente que siente el teatro como algo suyo, que hacen de él una ventana a la realidad crítica y mordaz de los textos de Jose Aurelio con aportación colectiva, como siempre sin protagonistas.

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