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La jueza Alaya

Tener a la jueza Alaya de parte de la verdad es todo un consuelo, uno de los pocos consuelos que aún nos quedan.

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Confieso que al caso de los ERE de la Junta de Andalucía, a fuerza de escucharlo como munición política de unos y otros en la guerra absurda del “y tú más”, le había perdido la curiosidad y dentro de la maraña de casos de corrupción por todo el país y de todos los partidos,lo tenía por un ejemplo más de amiguismo político. Vamos, nada que no sea normal en estos tiempos en los que los ciudadanos nos hemos acostumbrado a tanta mierda,  que ya no la olemos.

Gracias a Dios -o desgraciadamente porque yo estaba bastante tranquilo tragándome mi bilis- que ha llegado la jueza Alaya,que además de ser toda una señora que lo mismo sirve para anunciar una prestigiosa marca de bombones que para mandar a una docena de presuntos indeseables a la cárcel -para que vean que una cosa no está reñida con la otra-, está demostrando que no se achanca ante las presiones y no está dejando títere con cabeza.

Lo que vengo diciendo desde hace mucho tiempo en esta misma página dos lo mantengo y conforme pasan los meses y los casos que están sobre la mesa se van engordando con otros de los que no se salva ya ningún partido e incluso instituciones claves en un estado democrático, más me reafirmo en que aquí solo falta que alguien ponga en su sitio la espoleta.

Es incluso difícil escribir con la indignación a flor de piel cuando te dan en la cara con la verdadera dimensión de la trama, con lo que sobrepasa a las malas prácticas del clientelismo político y se convierte en un negocio criminal auspiciado desde dentro hacia afuera y desde fuera hacia adentro, incluso provocando las situaciones para provocar el delito.

Pero ahí está, un caso más que sumar a la lista y un acoso más a la buena voluntad del ciudadano al que ni siquiera dejan conformarse con lo que ya sabe y no explotar, sino que lo siguen bombardeando con más  casos a lo largo y ancho del territorio patrio.

No sé si la jueza Alaya va a poder soportar la enorme presión que se supone que está soportando sin que se le pase por la cabeza, al menos, lo que le ocurrió al juez Garzón cuando decidieron buscarle el talón de Aquiles y terminaron con su carrera judicial.

Espero, no obstante, que al menos no incurra en los errores de Garzón, porque es obvio que incurrió en algunos, para que nadie pueda apartarla de lo que está haciendo ni impedirle que siga sacando a la luz tanta porquería como se ocultaba en las alfombras del poder.

Cuando en otros casos de corrupción política se observa que los propios  jueces pierden el tiempo en movimientos absurdos de competencia, a saber por qué motivos además de los que por  razón les asiste; y cuando la lentitud de la Justicia está golpeando al ciudadano con más casos que afloran que los que se solucionan. tener a la jueza Alaya de parte de la verdad es todo un consuelo, uno de los pocos consuelos  que aún nos  quedan.

Y si anunciara bombones en televisión, a buen seguro que servidor pagaría mi parte de su caché. Porque ella lo vale.

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