Sabrán ustedes la anécdota de aquel famoso torero, Rafael Guerra, Guerrita, al que en una fiesta le presentaron a Ortega y Gasset. Informado que el señor era filósofo y que un filósofo se dedica a pensar, el torero dijo la inmortal frase: “Hay gente pa tó”.
Viene a cuento de una noticia que leí hace un par de meses en el New York Times sobre un señor que se había dedicado tres años a comer exclusivamente comida orgánica.
Y, ¿qué es eso de comida orgánica? No vayan ustedes al Diccionario de la Real Academia Española que define orgánico como: “Dicho de un cuerpo: que está con disposición o aptitud para vivir”. Se trata de comida preparada con productos, vegetales o animales, que no han sido tratados con pesticidas, ni abonos no naturales, ni medicinas, etc.
El señor tiene su mérito, incluso en los EEUU. Nos vamos acostumbrando en España a ver en alguna tienda fruta o verduras orgánicas, o ecológicas, que también se llaman así. A mi casa llega todas las semanas una cesta con verdura orgánica; es más cara que la normal, pero el agricultor se queda con mayor margen por enviar directamente al consumidor final. Y es orgánica, claro.
Más extraño es ver carne proveniente de animales que han sido alimentados con productos orgánicos y, ellos mismos, no han sido tratados con hormonas ni otras porquerías al uso. Más raro todavía, no conozco ninguno, es encontrar restaurantes que sirvan este tipo de comida; o encontrar en un supermercado productos alimenticios elaborados con ingredientes orgánicos.
Así que, efectivamente, es noticia que un señor, y su familia entera, se hayan lanzado a la aventura de comer exclusivamente orgánico tres años. ¿Y por qué tres años?: porque es el plazo que un animal debe estar comiendo orgánico para que el organismo competente de EEUU lo califique de orgánico.
El señor no es un cualquiera. Es un pediatra californiano, Alan Greene, que ha publicado libros y tiene una web sobre pediatría. Sobre su experiencia, confiesa el Dr. Greene la dificultad que hay en comer orgánico fuera de casa. En EEUU existe una cadena de supermercados, Whole Foods (www.wholefoodsmarket.com) que sólo vende productos orgánicos. Pero encontrar restaurantes orgánicos ya es otra cuestión.
Y, ¿es mejor comer orgánico? El Dr. Greene asegura estar mucho mejor, pero los estudios serios no son muy concluyentes. Los hay que demuestran que los productos orgánicos tienen más de ciertos nutrientes que los otros; y hay estudios, como uno de la Universidad de Copenhague, que no encontró diferencias entre los nutrientes de vegetales producidos de modo orgánico y el resto. Quizás el Dr. Greene se sentía mejor porque, para seguir mejor su experimento, tuvo que aumentar el consumo de verduras en detrimento de la carne que, la orgánica, es cara y muy difícil de encontrar.
Entonces, ¿es mejor comer orgánico? Cuando los estudios no son concluyentes es mejor utilizar el sentido común. Sabrán ustedes que en la provincia de Cádiz la probabilidad de sufrir ciertos tipos de cáncer son mucho mayores que la media española. Algunos dicen que por estar situada la provincia entre los polos industriales de Algeciras y Huelva altamente contaminantes; pero los estudios no son muy concluyentes. Usted verá.
Pero, ¿qué tiene que ver todo este rollo con la crisis que nos zarandea? El Gobierno tiene que plantearse gastar muchísimo dinero para intentar levantar la economía. Otro día trataremos por qué, en qué y cómo financiar ese gasto. Hoy quiero señalar que una de las condiciones que debe tener ese gasto, mejorar la productividad y la competitividad de la economía española, lo cumple perfectamente promover, mejorar y facilitar el crecimiento de una agricultura (y ganadería) orgánica.
El problema agrícola es que no es rentable producir en España ciertos productos de bajo valor añadido, por la imposibilidad de competir con salarios y características geográficas de otros países.
Pero cosa diferente es producir algo diferenciado, con una ventaja competitiva. Además, el movimiento cooperativo en el campo español está lo suficientemente avanzado como para, con la ayuda de las ya no tan nuevas tecnologías y el desarrollo de la logística, intentar aplanar esa enorme estructura comercializadora que se come la parte del león de los márgenes agrícolas. Digo yo, que tampoco soy experto en esto, claro. Es sólo una idea.
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