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La conjura aurinegra se lleva por delante el orden cordobés

El San Roque más serio de la Liga. Marcaron Joaquín y Casiano

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El San Roque necesitaba un partido así: un rival fuerte para medirse, el apoyo de la grada, confianza y paciencia, mucha paciencia ante el encuentro que planteaba el CD Villanueva, con un anti-fútbol infame capaz de aburrir al más animado durante la primera mitad.
   
No obstante, el equipo funcionó cuando debía y como debía, habida cuenta de lo que ofrecía el rival: 10 jugadores constantemente por detrás de la pelota y, a veces, hasta las 11 unidades de los jarotes en campo propio.
   
Ignoramos los informes que le habían llegado a Antonio Galán sobre el San Roque, porque el conjunto aurinegro no se ha caracterizado precisamente por su faceta ofensiva en la temporada; pero el técnico cordobés mereció su justo castigo, la derrota, por ofrecer tan lamentable imagen sobre el terreno de juego. 
   
Y lamentable y antideportiva también fue la actitud del Villanueva con la lesión de Osuna. Verán: camino de los 10 minutos, el defensa jarote se midió en el salto a Joaquín y golpeó con su pecho en el codo de éste cuando bajaba de las alturas. Tan duro fue el golpe, que se quedó tendido en el terreno de juego muchos minutos e incluso tuvo que ser asistido por el fisioterapeuta local, Pablo Camino, pues respiraba con dificultad. Ya en ese momento debió haber sido sustituido, pero el técnico decidió mantenerlo en el campo. 8 minutos más tarde, Osuna volvió a caer a causa de aquel golpe y hubo de ser asistido esta vez por Protección Civil, ya que la cosa pintaba mal.
   
Todo el mundo creía que iba a abandonar, ahora sí, el encuentro, pero se reincorporó al mismo cuando era evidente que no podía continuar. La lógica dictaba que sería el primer cambio del choque tras el descanso, pero Antonio Galán decidió que había que perder tiempo y no fue hasta el 50 que fue sustituido.
   
Impresentable, ciertamente: no se puede jugar así con la salud de los deportistas por el simple hecho de la conveniencia. Porque una cosa es mantener al jugador porque te faltan 2 centrales, lo que es cierto, y otra es lo ocurrido en Lepe.
A todo esto, hubo partido. O casi no lo hubo, la verdad. Al menos en la primera fase. El San Roque intentaba encontrar algún hueco en el campo contrario, ora en corto ora en largo, pero el Villanueva estaba bien plantado, y tan bien plantado con 10 detrás, por lo que se defendía sin muchas dificultades. Joaquín y Raúl, hoy titular, apenas acertaban a bajar de vez en cuando alguna pelota al piso, pero el camino estaba sembrado de minas. De hecho, los 2 únicos disparos a portería de los aurinegros en la primera mitad fueron bastante inocentes y en los primeros 5 minutos.
   
Tras la reanudación, el San Roque salió con otra mentalidad al terreno de juego. Ya se había percatado de la situación y no le quedaba otra que ser fieles a sí mismos. Y confiaron y tuvieron paciencia. Así que tuvo premio. Primero fue Raúl Domínguez el que dio el aviso: falta frontal desde unos 20 metros que bota el extremo utrerano y se marcha fuera por muy poco.
   
En el 50, tuvo lugar el ignominioso cambio de Osuna y 5 minutos más tarde, el Villanueva obtuvo su más que merecido castigo por su cicatería: una falta en el lateral derecho del área y cerca de la línea de fondo que sacó Raúl Domínguez al segundo palo y que Joaquín convirtió en el 1-0 de cabeza, haciendo gala de su olfato goleador. Sexto gol del paradeño y ventaja provisional para el San Roque, en la estrategia.
   
Es lo que tiene contar con especialistas: que a balón parado desatascan los partidos, y los aurinegros presumen de Raúl Domínguez y de Vidal.
   
Con el 1 a 0 la vida parecía más fácil, pero no había que confiarse, que fue lo que hizo Isaac en el 60, tras un disparo lejanísimo de Rafa Fernández, el único verdaderamente intencionado del Villanueva en todo el encuentro, que el guardamenta lepero dejó salir, aunque la pelota salió fuera más cerca del palo de lo deseado. Más tarde, sería Javi Cuadra el que se confió en exceso y estuvo a punto, también, de costarle otro disgusto: falta de unos 40 metros que saca bombeada Raúl Domínguez y la pelota que se estrelló en el larguero cuando el meta cordobés podría haberla atajado sin problemas.
   
Minutos antes, Jonathan ingresó en el campo y le dio nuevos impulsos al San Roque, que fue más profundo y más peligroso, a pesar de que el rival se había venido lógicamente arriba.
   
Cuando el partido se dirigía hacia la recta final, Alejandro Ceballos hizo 2 movimientos en el banquillo con los que acertó de pleno y se ganó la tranquilidad. Primero entró Casiano por Capi y poco después Avilés, que se encajó en el centro del campo, hizo lo propio por un exhausto Joaquín. De esta forma, el San Roque ganaba en consistencia y en número en la zona ancha, y se aseguraba como mínimo "la de Casiano", que siempre tiene alguna. Y ésta llegó en el 86, tras un balón en profundidad del mejor de los leperos, Nando, que el brasileño se llevó por velocidad, quien tras encarar y regatear a Javi Cuadra estableció el 2-0 definitivo a puerta vacía. Éxtasis en el Municipal por el gol de la tranquilidad, que fue mucho más placentera tras la expulsión de Wellington por doble amarilla. El Villanueva, pues, entregó la cuchara y el San Roque se dedicó a gustarse a sí mismo y a ganar en confianza hasta el pitido final.
   
Con esta victoria, el San Roque corta su mala racha particular y se coloca de nuevo mirando hacia los puestos de privilegio, después de un partido muy serio, que no fue ni mucho menos brillante, pero que sirvió para convencer a los aficionados leperos de la solidez del proyecto aurinegro en esta temporada, a pesar de alguna que otra grosera llamada a la deserción económica para con el equipo este año.
   
El barco, no obstante, continúa con el rumbo marcado a principios de temporada a la espera de la siguiente jornada, en la que los leperos se jugarán el tipo ante el Puerto Real en el Sancho Dávila, un campo que no mete tanto miedo como otras temporadas.

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