El presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, dibujó ayer un sombrío panorama del futuro económico del país para reclamar la aprobación del plan de recuperación que propone como remedio.
En un discurso en la Universidad George Mason en Fairfax (Virginia), Obama aseguró que “no creo que sea demasiado tarde para cambiar de rumbo, pero lo será si no tomamos medidas drásticas lo antes posible”.
“Si no hacemos nada, esta recesión podría durar años”, afirmó, al asegurar que, entre otras cosas, el índice de desempleo, en la actualidad del 6,7%, podría alcanzar los dos dígitos, y la economía dejar de ingresar un billón de dólares.
“En suma, una situación grave podría empeorar drásticamente”, agregó el futuro mandatario.
Obama, que asumirá el poder el próximo día 20, propone para hacer frente a la dura crisis económica un plan de recuperación que su equipo valora entre los 675.000 y los 775.000 millones de dólares.
Según detalló, la propuesta prevé doblar la producción de energía alternativa en los próximos tres años y mejorar la eficiencia energética, así como invertir en tecnología, educación e infraestructuras.
Buena parte de los fondos se destinarán también a recortes fiscales a las familias trabajadoras o de clase media, que podrían recibir devoluciones impositivas de hasta mil millones de dólares.
En el Congreso, que debe dar su visto bueno al plan para que quede aprobado, la mayoría demócrata es favorable a la propuesta pero la minoría republicana reclama, entre otras cosas, mecanismos de supervisión para el desembolso de esos fondos.
También se ha expresado temor al efecto del plan en el déficit fiscal estadounidense, que ya alcanza los 1,2 billones de dólares, una cantidad récord.
Inicialmente, Obama aspiraba a que el plan de recuperación quedara aprobado y listo para su firma el propio día 20, pero ya ha aplazado estas expectativas para indicar que espera que el visto bueno se produzca en sus primeras semanas de mandato.
Según indicó el presidente electo, “no cabe duda de que el coste de este plan será considerable” y “desde luego aumentará el déficit presupuestario a corto plazo”, pero las consecuencias de no hacer nada serían aún peores.
Reconoció que existe escepticismo ante el plan en algunos sectores, en especial después de que el Gobierno actual haya ya gastado cantidades ingentes de dinero sin resultados tangibles, pero insistió en que este proyecto “invertirá en lo que funciona” y prometió una absoluta transparencia en los desembolsos.
“Debemos mantener un debate abierto y honesto sobre este plan en los días venideros, pero insto al Congreso a moverse lo más rápido posible en beneficio de los estadounidenses” y a trabajar día y noche, “fines de semana si es necesario”, para conseguir la aprobación de la medida, agregó.
El discurso de hoy es el primero que pronuncia Obama desde su victoria en las elecciones presidenciales del 4 de noviembre, aunque ha dado más de una decena de ruedas de prensa.
Hasta el momento, el futuro mandatario ha optado por no pronunciarse en cuestiones de política exterior, con el argumento de que el presidente es todavía su predecesor, George W. Bush, y es a él a quien le corresponde tomar decisiones.
Pero Obama ha adoptado una posición completamente opuesta en lo que corresponde a la situación económica.