Su figura y su cara están presentes en los álbumes de fotos de cientos y cientos de gaditanos. Las bodas que ha oficiado se pueden contar por miles, tanto que casi se le conoce como el “obispo de lo civil”. José Blas Fernández, además de ser teniente de alcaldesa responsable de Economía y Hacienda en el Ayuntamiento de Cádiz y presidente del Colegio de Graduados Sociales, es la persona más demandada por los gaditanos para ser el principal testigo de su boda. Las cifras hablan por sí solas. De las 555 bodas que se oficiaron en el Ayuntamiento durante la última legislatura, José Blas Fernández ha sido el “cura” de 253. De lejos le sigue Terrada con 43 bodas, Marisa de las Cuevas con 37, Carmen Sánchez con 33 bodas, Jesús Tey con 26 y Juan José Ortiz con 19. Nada es comparable con el tirón que para estas cosas tiene José Blas.
Esta circunstancia le ha permitido vivir un cúmulo de experiencias y sobre todo de anécdotas que dan para escribir un libro, y piensa hacerlo, pero cuando esté más liberado y no se dedique a la vida política. De hecho, tiene claro hasta el título: Mis bodas civiles. De momento, la obra está en su cabeza y en los apuntes que anota a conciencia en cada uno de los expedientes matrimoniales que guarda para luego recopilarlos por escrito.
José Blas intenta hacer la “homilía” graciosa y eso es lo que definitivamente engancha a la gente. Tanto es así que tiene bodas previstas ya para julio del año que viene, “así que ahora mismo estoy peor que el Carmen”, bromea, y añade que hay gente que no sólo les llega para que las case, sino también para que las separe. Los hay que se han casado hasta en cuatro ocasiones siendo él el maestro de ceremonias.
“La gente me conoce por el papel tan feo que tengo, pero la verdad es que me siento querido. Muestra de ello es que me han paseado en el coche con los novios en varias ocasiones hasta dejarme en mi casa”.
Mientras repasa los expedientes, el concejal destaca las anécdotas más graciosas que ha podido presenciar. Cuenta la de un joven que quería que la madrina de su boda fuera su abuela, pero ésta llevaba muerta varios años. Ni corto ni perezoso se coló en la ceremonia con un cuadro gigantesco de ella para que estuviera presente como madrina.
En otro de los expedientes aparece anotado: “Ella una hortera total, se casó con un traje de tirantes y hacía un frío
de muerte. El novio cuando terminó todo, dijo “Quillo, ¿y ahora a dónde vamos?”.
Otra historia que le marcó enormemente fue la de un novio que a la hora de ponerse los anillos sacó los de su anterior matrimonio. La novia aguantó el tirón pero ya de vuelta se cayó por las escaleras del Ayuntamiento y a posterior le entró un ataque de risa.
José Blas lo apunta absolutamente todo: “Pareja que se dio un beso de película, con magreo incluido, iban vestidos de particulares y acompañados por seis amigos”. “Ella con un turbante por la cabeza, los chinos hicieron el agosto”. “A él le sonó el móvil, lo cogió y dijo: Ahora te llamo picha, que estoy ocupado”. “Tatuajes por todas partes, público excelente, los padrinos con las manos en los bolsillo”. “Dos talluditos, ella verde como los toreros, gordita y madurito y preguntó si esto tenía alguna cláusula oculta para no firmar el documento”.
Así que ya saben, José Blas Fernández está al quite, dispuesto a sacarle punta a todo. Cuidado, o pueden convertirse en los protagonistas de uno de los capítulos de su futuro libro.
Esta circunstancia le ha permitido vivir un cúmulo de experiencias y sobre todo de anécdotas que dan para escribir un libro, y piensa hacerlo, pero cuando esté más liberado y no se dedique a la vida política. De hecho, tiene claro hasta el título: Mis bodas civiles. De momento, la obra está en su cabeza y en los apuntes que anota a conciencia en cada uno de los expedientes matrimoniales que guarda para luego recopilarlos por escrito.
José Blas intenta hacer la “homilía” graciosa y eso es lo que definitivamente engancha a la gente. Tanto es así que tiene bodas previstas ya para julio del año que viene, “así que ahora mismo estoy peor que el Carmen”, bromea, y añade que hay gente que no sólo les llega para que las case, sino también para que las separe. Los hay que se han casado hasta en cuatro ocasiones siendo él el maestro de ceremonias.
“La gente me conoce por el papel tan feo que tengo, pero la verdad es que me siento querido. Muestra de ello es que me han paseado en el coche con los novios en varias ocasiones hasta dejarme en mi casa”.
Mientras repasa los expedientes, el concejal destaca las anécdotas más graciosas que ha podido presenciar. Cuenta la de un joven que quería que la madrina de su boda fuera su abuela, pero ésta llevaba muerta varios años. Ni corto ni perezoso se coló en la ceremonia con un cuadro gigantesco de ella para que estuviera presente como madrina.
En otro de los expedientes aparece anotado: “Ella una hortera total, se casó con un traje de tirantes y hacía un frío
de muerte. El novio cuando terminó todo, dijo “Quillo, ¿y ahora a dónde vamos?”.
Otra historia que le marcó enormemente fue la de un novio que a la hora de ponerse los anillos sacó los de su anterior matrimonio. La novia aguantó el tirón pero ya de vuelta se cayó por las escaleras del Ayuntamiento y a posterior le entró un ataque de risa.
José Blas lo apunta absolutamente todo: “Pareja que se dio un beso de película, con magreo incluido, iban vestidos de particulares y acompañados por seis amigos”. “Ella con un turbante por la cabeza, los chinos hicieron el agosto”. “A él le sonó el móvil, lo cogió y dijo: Ahora te llamo picha, que estoy ocupado”. “Tatuajes por todas partes, público excelente, los padrinos con las manos en los bolsillo”. “Dos talluditos, ella verde como los toreros, gordita y madurito y preguntó si esto tenía alguna cláusula oculta para no firmar el documento”.
Así que ya saben, José Blas Fernández está al quite, dispuesto a sacarle punta a todo. Cuidado, o pueden convertirse en los protagonistas de uno de los capítulos de su futuro libro.