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Jerez

El periodismo, toda una necesidad frente a los bulos y las mentiras

El escenario, según los participantes en las Jornadas de Periodismo, es el de una “batalla cultural y desigual contra la democracia” y contra el periodismo

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Jornadas Nacionales de Periodismo en San Fernando

Hace cuatro años, en plena pandemia, estas mismas Jornadas Nacionales de Periodismo, organizadas por Publicaciones del Sur, abordaron la polarización política y mediática en la que se encontraba nuestro país. Allí se habló del “uso perverso de las redes sociales, unido a la tiranía de las audiencias”, y de la crispación reinante. Pero también de que al “periodismo libre y de calidad sólo le quedaba rehacerse y reinventarse”. Debe haberlo hecho, ya que no para de encontrar enemigos por el camino, y cada vez más poderosos.

Una de las claves la aportó este pasado viernes, dentro de las nuevas Jornadas, la periodista Lucrecia Hevia, quien recordó la figura de Steve Bannon, uno de los asesores directos de Donald Trump. “Hace unos años dijo que la oposición real para ganar las elecciones eran los medios, y que había que inundar de mierda la realidad para que la gente no supiera distinguir entre lo que era verdad y lo que no. Esa invasión ha llegado ya a nuestra tierra, y nos ha llevado a dedicar más tempo a desmontar bulos que a informar”.

Esa invasión se expresa igualmente a través de una figura muy gráfica: el fango. Y en torno a ese fango giró el debate de las dos mesas redondas desarrolladas en el Centro de Congresos de San Fernando, con la participación, además de la citada Lucrecia Hevia, de los periodistas Carlos E.Cué, Estefanía Molina, Paloma Esteban, Carlos Rocha y Antonio Salvador.

Pero, ¿qué es el fango? Cué lo definió como “la guerra interna entre medios serios y pseudoperiodistas”, como consecuencia de una “guerra salvaje contra el periodismo”, declarada por el nuevo amigo inseparable de -otra vez- Donald Trump, Elon Musk, que hace unos días dijo a los 208 millones de usuarios de X que ellos eran los “periodistas”. Una situación que le lleva a concluir: “Si hay un momento con espacio y necesidad de periodismo, es éste”; un momento marcado por “tal calidad de bulos e información tóxica” potenciadas por una serie de señores -añadan a Milei- “que quieren dirigir el mundo y para ello necesitan que desaparezca el periodismo”.

Lucrecia Hevia fue más allá y defendió que lo que se está librando es una “batalla cultural y desigual contra la democracia de la mano de la desinformación”. Un punto de vista en el que incidió igualmente Antonio Salvador: “Somos más necesarios que nunca. Reconozcamos los errores y pongámonos a demostrarle a las nuevas generaciones que hay gente haciendo negocio con contenidos falsos o alimentando causas populistas. La sociedad nos necesita más que nunca. Lo que se libra es una guerra contra los pilares de la democracia, ya que se usa la desinformación para fragmentar”.

Carlos E. Cué ofreció asimismo su propia fórmula para combatir la situación: “Hay que bajar al barro desde la autoridad de los periodistas que nos dedicamos a esto y entrar en tik tok, que es donde se produce el consumo de noticias tóxicas, y ofrecer el periodismo de verdad”. ¿Cómo?: “Hay que cambiar el lenguaje, pero no la forma de contar las cosas”.

Paloma Esteban advirtió al respecto que “combatimos en un ecosistema que no es el nuestro”, pero admitiendo igualmente que “nos cuesta adaptarnos con el nuevo público y con la nueva realidad”, así como que se ha producido una “pérdida de credibilidad que hay que recuperar”, así como una pérdida de “pensamiento crítico”, especialmente en el seno de la sociedad, que es la que termina aceptando como veraces informaciones falsas.

Lucrecia Hevia apuntó al respecto que, detrás de esas mentiras, “hay determinados objetivos: ganar dinero, desprestigiar a alguien o hacer daño. Hay una mentira organizada y sistemática para difundir odio y desestabilizar”.

Esas mentiras se dirigen asimismo hacia los medios a los tradicionales, a los que se acusa desde esos canales de mentir por sus propios posicionamientos editoriales. A este respecto, Estefanía Molina señaló que "siempre ha habido línea editorial en los medios, pero con relatos creíbles, mientras que hoy en día hay pseudomedios que colocan noticias sesgadas, alejadas de la realidad, que le dan la vuelta a las noticias, con enfoques rebuscados, desde la anécdota, y con intenciones espúreas. Lo que se viraliza no es la normalidad de la sociedad, sino la del que más chilla y quiere militar en una causa".

En cualquier caso, Carlos Rocha recordó que "el fango siempre ha estado ahí y el periodismo ha salido adelante". La cuestión, en este momento, es que todo está sucediendo en un momento en el que los medios "somos débiles porque estamos tiesos, y eso nos debilita frente a los grandes grupos de poder, y además nos enfrentamos al reto de convencer a alguien que se fía más del influencer que del periodista que contrasta sus fuentes".

La pregunta que surge entonces es si es necesario regular el ámbito de los medios para hacer frente a los bulos, la mentira y la desinformación, a la vista de que “mentir, sale barato”. Hay que recordar que el Gobierno central ya ha hecho el amago, pero todos los periodistas participantes en las jornadas recelaron de que dependa de un Gobierno. En lo que sí estuvieron de acuerdo es en regular el ámbito de las redes sociales, que es por donde, en ocasiones desde el anonimato, se expanden la mayor parte de bulos y falsedades. “Debe haber consecuencias”, apostillaba Hevia.

Es, sin duda, una de las vías más directas para equilibrar los bandos en esta batalla desigual en la que tampoco se están usando las “mismas reglas”, cuando la única válida es la de “hacer periodismo”, la de conseguir que las noticias contrastadas acaben por imponerse en mitad de tanta toxicidad, en mitad de tanto fango y, especialmente, entre un público extraordinariamente joven.

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