El año pasado escribí un artículo con las que, en mi opinión, eran las noticias del año. Lo hacen muchos y es una buena forma de hacer balance...
El año pasado escribí un artículo con las que, en mi opinión, eran las noticias del año. Lo hacen muchos y es una buena forma de hacer balance, ver de dónde venimos y hacia dónde vamos. La siguiente semana escribí mis predicciones para 2008; la semana que viene podrán leer las explicaciones de mis errores para que no parezcan tales.
Es curioso ver las noticias que elegí y cómo, con la perspectiva de un año después, cambian las prioridades. Éstas eran: La guerra de Irak. El cambio climático y la cumbre de Bali. La crisis financiera y la crisis hipotecaria. Petrochina. Y la creciente descomposición del tejido político español. Este año les voy a mencionar solamente dos noticias y pico.
El mundo ha entrado en una larga crisis económica, con deflación y profundo descenso de la producción y empleo.
Ya se veía el año pasado la seriedad de la crisis financiera y el peligro que se trasladara a la economía real. Esto es lo nuevo de este año. Si en Japón la producción industrial ha caído un 8%, en España se supera el 12%. Si en EEUU están preocupados por si el paro llega al 9%, en España ya sube del 12%.
Se observa una curiosa diferencia entre el tratamiento a esta noticia en España y en el extranjero. Tengo al impresión de que la prensa seria del mundo (New York Times, Financial Times o el The Economist) hablan de una crisis con la gravedad de la de 1929 que fue capaz de destruir un estilo de vida y de política. Hablan de recesión, de crisis larga, de seria deflación y contracción de la producción y el empleo, etcétera; todos los ingredientes de algo de lo que se hablará durante los próximos cien años.
La prensa española, en mi opinión, evita hablar de lo que viene y compara las cifras que van llegando con crisis leves como la de 1993. Dan la misma importancia a las predicciones de la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas), quizás el centro de pensamiento más importante del país, que a las del gobierno que, por político y español, tiene interés en poner paños calientes para que no se levanten las masas.
Fíjense ustedes en la violencia que ha surgido en Grecia, parece que basada en jóvenes de clase media y media alta. ¿Tiene relación con la evaporación de sus expectativas económicas por esta crisis? Siempre me asombró ver esos jóvenes españoles que se quejaban de sus míseros sueldos de 1.000 euros al mes, los mileuristas. ¿Cómo reaccionarán cuando pierdan su mísero empleo de 1.000 euros? Entre esto y los cuatro millones de inmigrantes llegados en los últimos años, ¿tendremos en España, como dice mi amigo Dirk, no un problema económico, sino un problema de orden público?
Pero solamente hablamos de la economía y se nos suele olvidar el efecto que las grandes crisis tienen en la vida en general. La crisis de 1929 en los EEUU no acabó hasta el impulso industrializador de la II Guerra Mundial. Su efecto en el triunfo del nazismo y de los totalitarismos desde el Atlántico a los Urales es evidente. Y ahí encaja la segunda gran noticia del año.
El triunfo de Barack Hussein Obama. Es significativo que en momentos de grave crisis económica con origen en los desequilibrios estadounidenses, sea de allí donde llegue la esperanza al mundo. Hace unos meses oí, mientras pasaba por la puerta, una frase de un conferenciante congoleño en el Instituto de Francia de Madrid: “… que el hijo de un africano llegue a la presidencia de los EEUU...”. Efectivamente, se trata del hijo de un africano, de un negro que no desciende de esclavos, de una persona que se crió en Indonesia y asistió, durante un tiempo, a una escuela musulmana. Es claro que tiene una amplia visión del mundo y un conjunto de prioridades diferente. Los porcentajes de aprobación que obtiene en todo el mundo le proporciona un claro liderazgo. La pobreza de ideas y valores de la clase política española.
Aunque esto no es noticia. Pero es una clase política que ha pasado de 800.000 funcionarios a más de tres millones, que la logrado tener más de 200.000 trabajadores liberados para tareas sindicales y que en sus declaraciones ni nos avisan de la crisis que viene ni dan ideas para salir de ella, sólo para paliarla. En fin, tengan ustedes una buena entrada en un 2009 que se recordará en el futuro.