El tiempo en: El Condado
Publicidad Ai
Publicidad Ai

La Pasión

La noche en la que la Madrugá se rindió a la amenaza de lluvia

Hacía 13 años que la lluvia no impedía que saliesen a la calle las hermandades de la Madrugá sevillana, rendidas por prudencia ante la lluvia

Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai

La lluvia trunca la Madrugá sevillana.

La lluvia trunca la Madrugá sevillana.

La lluvia trunca la Madrugá sevillana.

La lluvia trunca la Madrugá sevillana.

La lluvia trunca la Madrugá sevillana.

La lluvia trunca la Madrugá sevillana.

La lluvia trunca la Madrugá sevillana.

La lluvia trunca la Madrugá sevillana.

La lluvia trunca la Madrugá sevillana.

La lluvia trunca la Madrugá sevillana.

Hacía 13 años que la lluvia no impedía que saliesen a la calle las hermandades de la Madrugá sevillana, la noche en la que se agotan todos los calificativos de cara a las vírgenes y cristos de una ciudad donde, una a una, seis hermandades han ido anunciando que, por prudencia, no saldrían en procesión.


Es cierto que cuando la Esperanza de Triana anunciaba que no saldría, poco antes de las 23.30, no llovía sobre la ciudad y quedaban dos horas para ponerse la hermandad en la calle, pero hasta cuatro partes meteorológicos distintos aconsejaron dejar sin salir tanto al capital patrimonial como al humano de esta y las demás cofradías.

Hay una norma no escrita en la Semana Santa de Sevilla, que dicta que si llueve en Huelva esa lluvia terminará en la ciudad en menos de una hora, y esa norma se siguió a rajatabla, junto a todos los indicios que avisaban de que el agua llegaría tarde o temprano.

Tras el anuncio de la hermandad del barrio de Triana hacía lo mismo la Esperanza Macarena, que tenía que haber comenzado su recorrido a las 00.00 horas, y luego El Silencio, con salida a la 1.00, el Gran Poder (1.30), Los Gitanos, con salida a las 2.30, y El Calvario, que tenía que salir a las 4.00.

El hermano mayor de la Hermandad de la Macarena, José Antonio Fernández Cabrero, ha sido uno de los que ha tenido que comunicar a los cofrades congregados en su templo la decisión, para luego decir a los periodistas que era lo más lógico teniendo en cuenta lo que el cielo anunciaba: “tanto hemos pedido que llueva, que se ha cumplido”, decía.

“En esta difícil decisión, la Junta de Gobierno ha priorizado el cuidado del amplísimo cuerpo de nazarenos de la cofradía”, incidía un comunicado de la hermandad en sus redes sociales, mientras en la otra orilla del Guadalquivir, el hermano mayor de la Esperanza de Triana, Sergio Sopeña, señalaba que suspender el recorrido había sido “una decisión dura, dolorosa, pero a la vez fácil, tras consultar cuatro partes meteorológicos distintos”.

No obstante, ha llamado a los cofrades a vivir estos momentos huyendo de las lamentaciones, recordando que “la pandemia, entre otras cosas, nos enseñó a acercarnos a lo verdaderamente importante de la Semana Santa”.

Y ese llamamiento se ha traducido en una imagen que se ha podido ver en todos los templos que se han quedado sin procesiones, con centenares de personas apostadas a sus puertas para ver a sus santos titulares en el interior, ya que no han podido verlos en las calles.

En la Plaza de San Lorenzo, que se ha quedado sin ver al Gran Poder, los devotos aguantaban de pie ante la esperanza de despedirse de él, mientras se recogían las decenas de sillas colocadas horas antes para ver de cerca la salida.

Los templos, eso sí, abrirán este viernes para que quien quiera pueda entrar a ver las imágenes, aunque durante esta madrugada mantienen sus puertas abiertas durante varias horas, ante la cifra de personas queriendo ver los pasos de cerca y no se resignaban a irse a dormir sin verlos. “Los sevillanos lloramos hoy en defensa propia”, resumía el periodista cofrade Víctor García-Rayo la situación. Y lloró, sí, en forma de lluvia.

Sevilla no se quedaba sin Madrugá desde el año 2011, aunque la de 2004 fue muy accidentada por la lluvia, y solo la Esperanza de Triana pudo terminar su recorrido, y para las retinas de los cofrades queda la noche del 14 de abril de 1995, cuando las dos esperanzas se tuvieron que refugiar de la lluvia en la Catedral y estuvieron varios horas juntas bajo el mismo techo.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN