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Desde la Bahía

La nueva evangelización

La inocencia hizo mártires a "lactantes y bebés" en tiempo herodianos.

Publicado: 31/07/2022 ·
13:11
· Actualizado: 31/07/2022 · 13:38
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Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

El blog Desde la Bahía trata todo tipo de temas de actualidad desde una óptica humanista

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España que ya no es evangelizadora de la mitad del orbe y ni siquiera de su territorio, ve sin embargo en el presente como gran parte de su suelo se ha transformado en un verdadero infierno, con llamas que llevan "al llorar y crujir de dientes" no solo a rastrojos, vegetación, arboleda, animales y todo tipo de construcción, sino también al ser humano, que a pesar de su inteligencia natural - y más la "artificial" que ha dado carácter material a su alma-  vive con horror, la demoladora acción que un fuego perecedero es capaz de producir. Las lágrimas pierden la vida, desecadas por el calor, antes de recorrer camino abajo, el arco cigomático. Y hay conciencias que entonces vuelven su rostro hacia las imágenes. Dios no murió en el Gólgota, ni el fuego del infierno se ha extinguido. Sigue siendo perdurable como lo es el número de incendios que soportamos de modo reiterado todas las estaciones estivales.

En los juzgados es donde únicamente la palabra "inocente" ha conseguido mantener su validez y respeto, y haciéndose sinónima de "libre de culpa" ser muy deseada por los que se han visto envueltos en causas judiciales. Fuera de los Palacios de Justicia, ser "inocente" es ser una persona ingenua, sin malicia, que parece que tendría su atractivo, pero lo que la "masa social" y mucho más los poderes establecidos, piensan de ellos - los inocentes- es que se trata de individuos pardillos o fáciles de engañar. La inocencia hizo mártires a "lactantes y bebés" en tiempo herodianos.

Con asombro y estupor, aunque sin estridencia, manifestaciones violentas, alboroto o conmoción de los humores, los habitantes de los pueblos sumidos en las llamas implacables, ven como todo el trabajo de su vida, con el que han conseguido algunas modestas propiedades, pasan a ser despojos o cenizas, porque (la explicación que se da) una negligencia o manos intencionadas de sucios y oscuros intereses, no tuvieron en cuenta o decidieron, exterminar la vida de la zona.

Se oyen preciosas palabras, la solidaridad alcanza solidez de diamante. Se afirma con vehemencia que los culpables, sentirán todo el peso de la Ley. A las ayudas económicas se le abren múltiples cauces para su llegada. Se entrelazan manos rudas, trabajadoras, con la fineza de las crecidas en los lujosos despachos. El inocente abre su corazón, subordina su intelecto - que también lo tiene- y muestra una creencia propia de santos de la Edad Media. Pero la breva está bien asida a la higuera y es difícil que caiga y los dineros están muy bien apestillados a las arcas del Estado y su libranza no es tarea casquivana. Las infernales llamas se controlan, pero el "purgatorio" de cenizas y desechos, precisa, para salir de él, la ayuda de los que tienen el poder y el dinero y estos enarbolan con demasiada frecuencia la bandera del olvido. Máxime cuando saben que los que esperan su actuación son inocentes.

En un momento de la historia de nuestro pasado siglo, España vivió años de desconcierto, libertinaje y anarquía. Hubo llamas en las instituciones, también en las religiosas y maldad, sentimiento homicida y deseos de venganza, en el grueso de la población. Los "ideales" acabaron por estallar. Golpes de Estado y finalmente tres años de contienda civil. Se demostró claramente que el infierno de tan dudosa creencia sí tenía vida en nuestro suelo.  En 1978 la influencia democrática europea nos llega, como llegó también a múltiples pueblos la pujanza de nuestra Constitución del Doce. España encuentra el camino constitucional, democrático y de libertad que tenía negado previamente. El punto de inflexión estaba claro. De lo acontecido previamente el olvido se encargaba de sumergirlo y anclarlo para siempre en sus propias aguas, Pero no es posible. No sabemos librarnos del infierno, ni ser manos salvadoras del purgatorio. Nos encanta su evidencia. Como avaro frente a sus monedas, nos interesa repasar diariamente nuestra riqueza vengativa y resentida. Y de nuevo el inocente, el ingenuo el considerado pardillo y fácil de engañar, tiene que engullir progresivamente, primero una " ley de memoria histórica" y ahora una "ley de memoria democrática" redactada y consensuada por grupos, algunos de los cuales muestran con gran vehemencia su desprecio a España y su empatía por aquellos que sembraron el terror durante años en este país. Nunca llegaré a comprender a los presidentes que apoyaron esta iniciativa y decisión. Pero es la nueva evangelización y adoctrinamiento.      

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