Las interpretaciones del regateo, de regatear, de regate son variadas. Todas indican la habilidad de moverse o de mover un artefacto -un balón, un barco…- o un precio para intentar salir airoso del empeño. El anterior rey de España vuelve a España a regatear. Después verá a su familia, la familia del Rey, que es la del actual rey Felipe VI.
El rey honorario, Juan Carlos I, que figura en la Constitución Española con su nombre y real apellido, por ser el “legítimo heredero de la dinastía histórica”, no debería haber abandonado el territorio nacional, máxime cuando estaba siendo escrutado por instancias de Hacienda y de la Fiscalía. Estaba, obviamente, a disposición de la justicia y de la administración, pero hallarse a cerca de 6.000 kilómetros no es muy pedagógico políticamente. Tenía todo el componente de una semi fuga, aunque no era el caso. No se sabe a ciencia cierta de quién o quienes fue la deslumbrante idea, pero no fue un buen recurso para montar un relato consistente de la la trayectoria del anterior monarca. No se discuten sus más que indudables y reconocidos méritos durante la transición política española, lo que motiva las controversias son sus actuaciones público-privadas en relación a los fondos percibidos, de dudoso origen y ocultados al fisco. De todo ello no ha tenido que dar cuenta pública, en la mayor parte de los casos, por una mal entendida inviolabilidad, que sólo debería afectar a la actuación oficial, no a la privada, porque si no se incumpliría el otro precepto constitucional de la igualdad de todos los españoles ante la ley.
Ahora regresa a España, donde ha sido rey y jefe del Estado durante 39 años. Está visto que los ciclos históricos españoles son de 40 años. Ha perdido una buena parte de su crédito público, no regresa como el funesto Fernando VI, como el Deseado, pero no estaría de más que se estableciera definitivamente en el país del que ha sido rey. Al Estado se le plantearía un problema reputacional internacional si, dada su edad avanzada de 84 años, terminase su vida en el extranjero. Resultaría extravagante y problemático. Vuelve a regatear en el Bribón, dando un regate a los españoles y tras haber regateado con Hacienda en las cantidades a pagar. Regatear, regate, regateo. Este es su país, Majestad.