En el número 5 de la calle San Pedro de Arcos hay un rincón donde todavía huele a jazmín, aunque las cacerolas azules hayan sido sustituidas como macetas por tiestos más modernos; donde lo mismo te encuentras una viga de madera con más de un siglo de historia que un cuadro de Guerra Calle o un póster con el rostro aniñado de Audrey Hepburn ; donde tres solanas casas comparten un patio de vecinos flanqueado por plantas y puertas, cuya mesa redonda central se antoja compañera de tardes de tertulia.
La casa rural Los Dos Patios, que podría haberse llamado La Sacristía por su cercanía a la parroquia del barrio, parece custodiada por la calma que corona el lugar, pero sobre todo rezuma el olor a cultura que transpiran sus precursores, el matrimonio formado por la trabajadora de Justicia Josefa Sánchez y el escritor Pedro Sevilla.
Juntos de la mano, y aprovechando la precoz jubilación de Pedro, el matrimonio decidió con gran acierto y visión de futuro convertir su gran casa de 240 metros en tres viviendas perfecta y cómodamente habitables. Los hijos ya estaban criados y habían volado del nido, había espacio y todo el tiempo del mundo... En marcha la obra, que contó en una parte con la ayuda de la Junta de Andalucía, rehabilitaron el inmueble con mucho gusto, inspirándose en el estereotipo de la casa andaluza, reflejando al mismo tiempo en sus elementos decorativos cómo ha pasado el tiempo. Sí, antes y ahora caminan de la mano en esta casa del y para el mundo, pues sus habituales clientes son extranjeros, familias completas en otros casos, que sólo buscan algo de paz en medio de tanto ruido civilizado.
Sin embargo, ésta no es la filosofía de un proyecto al que parece frío etiquetar con el apellido turístico, pues encierra un estilo de vida basado en la amistad y en el regocijo que reporta el trato con el prójimo, con el amigo. Es por ello, por lo que Josefa -verdadera precursora de la idea- y su inicial incrédulo compañero hacen de su espacio vital lugar de frecuente reunión de amigos, colegas escritores y de una familia que crece por nietos.
¡Quién lo diría!: Pedro Sevilla, de político y escritor a botones, con el respeto a la sagrada tarea de cargar con los bártulos ajenos. Aparte de la broma, él se considera un sirviente amigo de la casa que procura atender con educación y amabilidad. De hecho, “todo el mundo se va muy feliz”, comenta la jefa, sin desmerecer los beneficios económicos que, bien avenidos, transfieren los alquileres de fin de semana, de temporadas completas o, simplemente, de un día. No obstante, la casa ha sido lugar casi santo durante el tiempo en que ha servido como vivienda de los últimos sacerdotes de la Parroquia de San Pedro, lo cual, sin llegar a ser una experiencia mística, ha sido “una satisfacción” para Pedro y Josefa.
La relación Iglesia-matrimonio, no obstante, ha sido la responsable de algunos de los últimos viajes de los propietarios de Los Dos Patios, que no escatiman en cruzar El Charco de vez en cuando por aquello de conocer mundo y aprovechar las cosas buenas que de vez en cuando regala la vida.
Su actividad empresarial también les ha brindado una amistad con los regentes de las demás casas rurales del casco antiguo y con los establecimientos hoteleros y de restauración. Haciendo camaradería, se derivan clientes y con ello forman parte de un círculo profesional cada vez más prestigioso fuera de la ciudad. No en vano, y al margen del efectivo “boca a boca”, entienden que Arcos, por sí solo, ya goza de suficiente conocimiento en el mundo; no por ello, sin desmerecer los esfuerzos que se realizan para promocionar el Arcos turístico.
Detrás de esta empresa también se esconde la convicción en las políticas de rehabilitación del casco antiguo a propósito de fijar la población y mantener el patrimonio. Es por ello por lo que sostienen que “el pueblo no debería abrirse tanto, sino preocuparse de las zonas y casas despobladas”, que, por desgracia, abundan en demasía en el conjunto histórico arcense. En esta dirección, parecen ser los extranjeros los que llevan la voz cantante en la recuperación del conjunto monumental, aunque compren y rehabiliten inmuebles para ocuparlos sólo en épocas vacacionales, dejándolos deshabitados el resto del año. “Es doloroso porque se está perdiendo vida en el casco antiguo”.
Tanto Pedro como Josefa encuentran un barrio de San Pedro necesitado de limpieza, pero sobre todo de una mayor conciencia a la hora de depositar los residuos sólidos urbanos o los enseres, pero también de una actuación profunda en las infraestructuras a la que todo hijo de ayuntamiento tiene derecho. Al margen de ello, su apuesta se fundamenta en la leyenda y en el encanto inmortal del Arcos añejo.