El próximo viernes, día 24 de septiembre, celebraremos, como venimos haciendo desde 1212, la festividad de la Virgen de La Merced. En los primeros días de Otoño y en la antesala de que lleguen esos primeros fríos y se abra la temporada del mosto que este año, al parecer, va a venir marcada por un nuevo periodo festivo que sirva de nexo de unión entre la Vendimia y las zambombas que nos anunciarán, a ritmo de villancicos, la llegada de la Navidad.
Estamos en la semana mercedaria por excelencia con la novedad añadida de que la Patrona saldrá a las calles. Sin costaleros, y qué más da, sin su paso, y no ocurre nada, recorriendo un trayecto más corto, y para qué más largo, no se si con banda o sin ella, y si no lleva música no pasa tampoco nada porque lo importante es Ella y solamente Ella. La misma que está los restantes trescientos sesenta y cuatro días del año presidiendo el altar mayor de su Basílica, en la calle a la que da su nombre en el barrio de Santiago.
Quien quiera allí la encuentra sin necesidad de esperar a esta semana o a la fecha de su onomástica. La Patrona tiene y debe estar por encima de marchas, de molías y de otros aditamentos que le puedan restar protagonismo. Y en eso comulgo con las palabras de ese cofrade ejemplar y pregonero genial que es José Luis Zarzana Palma a quien leía decir que salir a la calle tiene como fin dar testimonio de fe y que si se saca una Imagen, cristifera o mariana, con el único deseo de mover un paso y de que la banda lleve el compás se eleva lo principal, en el caso que nos ocupa la Virgen de la Merced, a personaje secundario.
Y no es así, o no debe ser así, y por eso todo el año Jerez debe estar con su Patrona, no sólo en su semana. Y obviamente el viernes Jerez debe ver sus aceras colmadas de fieles con mascarillas y manteniendo la distancia social dando ejemplo de fe y de solidaridad con los demás, demostrando que el Amor a la, Madre es lo que debe presidirlo absolutamente todo.