"Será mejor que entre en casa" fue lo que, finalmente, tuvo que decir el controvertido presidente de los Estados Unidos Richard Nixon cuando, aquel 21 de diciembre de 1970, su secretario le anunció que ahí fuera, en la puerta, estaba el Rey.
-No espero a ningún monarca — contestó con seguridad el mandatario.
-¡El Rey del rock and roll!, ¡Elvis Presley! — replicó orgulloso el funcionario.
Así comenzó una disparatada reunión que Presley usó para criticar a los Beatles, asegurar que había estudiado las técnicas comunistas para lavar el cerebro, pedir una placa de agente federal y regalar al Presidente una pistola con 12 balas de plata. De ese absurdo encuentro se conserva una foto que es el documento más solicitado a los Archivos Nacionales norteamericanos por encima de la Carta de Derechos de 1791 o de la misma Constitución. Supongo que, aquella vez, cuando el servicio de seguridad de la Casa Blanca anunció: "Elvis ha abandonado el edificio", muchos sintieron cierto alivio. Sin embargo, esa misma frase es la que se decía por megafonía a los cientos de fans que le esperaban en algún hotel y, tras ella, tenían que disolverse y se perdía toda oportunidad de verle o de conseguir su valorado autógrafo. Por este motivo, como me cuenta nuestro cantautor jiennense Antonio Hernando, esta expresión se ha hecho popular cuando quieres transmitir que ya no hay nada que hacer y que está todo perdido. "Elvis ha abandonado el edificio" es, además, una de las mejores canciones del mordaz disco "La liturgia eléctrica" que vio la luz ayer día 15 de septiembre y en el que Hernando, con sublimes e intrépidos textos, denuncia a esta sociedad vacía así como, también, reivindica los sonidos sesenteros y setenteros trabajándolos de forma analógica y artesanal. De esta manera, en ese inmejorable caldo de cultivo de los Dylan, Neil Young, Lennon o el Dr. John, este prolífico compositor vuelve a sus orígenes tras coquetear exitosamente con el folk mediterráneo o el cabaret y nos ofrece un álbum original, auténtico, creativo y bien trabajado que te levanta con su ritmo, te atraviesa con su fuerza instrumental y te envuelve en su realismo oscuro.
"La liturgia eléctrica" que, conforme indica su nombre, son once actos ceremoniales y solemnes para dar culto y devoción a este Dios y religión que es el rock, nos revela varios misteriosos dogmas de fe como que las guitarras puedan hablar pero siempre con lengua afilada, que los vientos, en lugar de silbar, griten hasta que las montañas nos devuelvan sus ecos, que los golpes de batería sean los latidos, que nadie llore aquí excepto la armónica, que las palabras se asocien con la poesía para izar la bandera de la libertad y que los coros fortalezcan cada una de sus sílabas. Once canciones de un disco que Hernando presentará en directo junto a su banda el sábado 23 de octubre en la sala "La Mecánica" de Jaén y entre las que destacan la descriptiva e insolente sátira "El aguacero", la rotunda y profunda balada "Como los demás", el alegre y bailable rock and roll de su imprescindible "Meri Moon", la curiosa y dylanera "Entre el polvo y mi ataúd", la emocionante y carnavalera despedida del mundo de los vivos de su siempre presente fantasma el Dr. John con "Bye Doctor" y, por último, para dar un pequeño toque de esperanza, un góspel con aires de himno hippy de los setenta llamado "El triunfo del predicador".
Antonio Hernando es otro de esos excepcionales artistas jiennenses que, por su luminoso ingenio y su trabajado talento, hay que proteger y abrazar antes de que alguna ministra diga que es cordobés. Por eso, cuando su música llame a vuestra puerta, como los poderosos jefes que también sois al igual que Nixon, solo tenéis que decir: "será mejor que entre en casa".