Es el caso de José Antonio, un ciudadano de la capital que lleva más de 20 años en silla de ruedas a consecuencia de una enfermedad que padeció cuando tenía 15 años. A lo largo de su vida ha tenido que pasar por multitud de situaciones que él califica de “humillantes”. La más destacada quizás sea los dos años que tuvo que pasar arrastrándose literalmente por los escalones de su bloque para subir a casa o bajar a la calle.
Afortunadamente, José Antonio tiene un empleo que le permitió acceder a una vivienda de renta libre con ascensor que le hizo posible salir de esa situación. Pero una vez que sale a la calle sigue encontrándose con multitud de problemas. Bordillos que no se rebajan, rampas mal configuradas, coches parados en pasos de peatones y autobuses a los que no les funciona la rampa para poder acceder al mismo. De ahí que haya comenzado una lucha personal para erradicar este problema.
En lo que va de año ha presentado varias hojas de reclamaciones a la empresa Tranvías con el únco objetivo de que la empresa haga algo por solventar esta situación. Hay días que tiene que dejar pasar tres o cuatro autobuses con el consiguiente perjuicio que le ocasione llegar tarde a su puesto de trabajo.
José Antonio asegura que aunque muchos conductores de Tranvías hacen todo lo que pueden por ayudarle, otros son un “poco déspotas” y le hacen sentir culpable. En cualquier caso, su denuncia no va encaminada al personal de Travía, si no a la empresa en sí, por el caso omiso que hacen a los usuarios con este problema para integrarlos en el transporte público.
A esto hay que añadir la escasa adaptación del servicio para personas con minusvalía sensorial, algo ya superado en otras ciudades y que aquí, de momento, ni se espera.