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Tristeza y desmoralización en Soutomaior, aislado del resto de Galicia

"Se nota tristeza en la población. La gente está muy desmoralizada. Estamos señalados por toda Galicia y eso psicológicamente afecta"

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  • Galicia. -

Tristeza y desmoralización son las primeras palabras que se le vienen a la cabeza al alcalde de Soutomaior, Agustín Reguera, para describir las sensaciones del único municipio de Galicia que hoy viernes queda en el nivel máximo de restricciones por la incidencia de la pandemia de covid-19.

"Se nota tristeza en la población. La gente está muy desmoralizada. Estamos señalados por toda Galicia y eso psicológicamente afecta", señala a Efe Reguera, quien lo lamenta por todos sus vecinos pero en especial por los negocios de hostelería, que apenas tuvieron tiempo para abrir durante una semana.

Además, el municipio queda aislado, al instaurare desde hoy su cierre perimetral, y quedan prohibidas las reuniones entre personas no convivientes.

Reguera recalca que la población de Soutomaior "está contribuyendo, haciendo lo que tiene que hacer" para doblegar la curva de contagios por coronavirus.

"No estamos tan mal, la cosa no está desbocada"; lo que sucede es que "no bajamos lo suficiente para pasar el examen" del comité clínico que asesora a la Xunta y que decidió esta semana aplicar las máximas restricciones en este municipio de Pontevedra.

Incide en que hace un mes había 160 casos activos y una incidencia acumulada a catorce días de 2.200 casos por cada 100.000 habitantes (su población es de 7.305, según datos oficiales de 2018), pero desde entonces ha bajado "muchísimo".

Tanto que si el comité clínico hubiera tomado como referencia la foto fija de hoy viernes, la incidencia sería inferior a los 500 casos por 100.000, sostiene.

Espera el alcalde que la cosa siga mejorando para que "un brote pequeño" no acabe decantando la balanza entre un nivel u otro de alerta, más o menos restrictivo.

Y hace votos por que "antes que después", a poder ser ya la próxima semana, Soutomaior baje un escalón, lo que sería "un mal menor".

Por quien más lo desea es por la hostelería, que va a sufrir "un quebranto económico y perjuicios de organización" por haber podido reabrir apenas una semana.

"Contrataron a personal, que ahora hay que dar de baja, compraron mercancía, alguna perecedera, que a ver qué hacen con ella... es un incordio", lamenta Reguera, pero "no nos queda otra. Hay que asumirlo". 

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