Ana Hérica Ramos nació y creció en Santa Cruz de la Sierra, una población boliviana de dos millones de habitantes desde donde emigró hasta Jerez hace ya 14 años para reencontrarse con su madre y con su hermano. Para entonces ya había conseguido la licenciatura en Comunicación Social -su vocación desde niña siempre fue la de trabajar en la televisión-, aunque durante sus estudios terminó especializándose en Comunicación para el Desarrollo, lo que le abrió las puertas de Ceain y de la Federación Andalucía Acoge tras instalarse en la ciudad. Fue allí donde un día recibió la llamada de Mamen Sánchez para que la acompañara en la candidatura socialista para las municipales en calidad de independiente. Acaba de cumplir un año como delegada municipal de Igualdad, Vivienda, Juventud y Participación. Ha sido un año difícil, como ella misma reconoce, pero en el que no ha perdido el “sentido romántico” de la política, entendida como punto de encuentro y entrega a la comunidad y, sobre todo, ajena a la batalla entre siglas que tanto empañan el desarrollo de cualquier pleno. Es consciente de que el trabajo que desempeña va a tener “un coste” en su vida, “pero lo pago con gusto si me siento útil”. A lo largo de la conversación recurre en ocasiones a las metáforas, pero sobre todo huye de lo políticamente correcto. Como ella dice, “hay un coste en mi vida, y lo pago con gusto si me he sentido útil. No vine a la política para perderme, ni mis principios ni mi alegría ni mi espíritu. No soy mejor que nadie. Y así como yo estarán los 27 concejales. El problema de alguno es que se gustan demasiado. Y ese es el problema. Hay que quererse, pero no gustarse demasiado, porque te pierdes, y en la política se viene a ganar para la gente sin perderte a tí mismo. De qué te sirve ganar si te pierdes”.
“Hay que romper con la actitud de algunas personas de creerse siempre necesitadas”¿Quién se lo iba a decir cuando llegó por primera vez a Jerez?
–Normalmente, quienes atravesamos un proceso migratorio, nuestro punto de referencia suele ser un amigo. En mi caso yo tenía a mi madre. Ella había emigrado a Jerez junto a mi hermano y decidí venir aquí porque era donde ellos estaban viviendo. Fue una de esas casualidades que se convierten después en auténticas oportunidades, como ha sido para mí.
Estudió Comunicación Social, pero no sé si es equiparable a Ciencias de la Información en España.
–No. Es una mezcla de muchas áreas en Latinoamérica. Hay una línea de periodismo, otra de comunicación para el desarrollo o la educación popular, y otra línea de comunicación organizacional. Luego uno elige la especialización a través de un máster. Estudié Comunicación Social porque tenía vocación periodística de televisión. Pero en mi primer año empecé a trabajar con grupos en el ámbito rural, con familias, acompañamiento... y me decanté más por la Comunicación para el Desarrollo. Pero no he perdido nunca el amor ni el deseo de algún día tener alguna experiencia en la televisión.
¿Fue difícil adaptarse a la ciudad?
–Llegué a punto de cumplir los 26. Gracias a la vida y a las oportunidades que me ha dado esta ciudad, de los 14 años vengo cotizando doce. He trabajado desde el poco tiempo de llegar y regularizar mi situación, porque al principio nos enfrentamos con la Ley de Extranjería y he pasado por todos los procesos que pasa cualquier persona que no pertenezca a la Unión Europea. He tenido que ir saltando muchos obstáculos.
¿Qué le llevó a participar en política?
–Lo primero que sentí fue un temblor en las piernas. Soy muy sensitiva y el temblor era miedo a enfrentarme a una nueva situacion, a ponerte en el foco. Pero si algo me ha caracterizado a lo largo de mi vida es que aunque he tenido miedo no me ha llegado a paralizar. Y finalmente me animó el ser una mujer de origen extranjero, porque creo que es una oportunidad que no todas las personas la tienen, y el PSOE y Mamen Sánchez me la dieron, y eso siempre le voy a agradecer y recordar. Además, creo que en esta vida más hace el que quiere que el puede, pero si quieres y puedes, bendita combinación. Jerez me ha dado muchísimo y me mueve una gratitud de correspondencia hacia esta ciudad que me acoge y que la siento mía.
Cuando llegó a Jerez se encontró con el momento económico más álgido de la historia reciente. ¿Qué realidad conoció al llegar y cómo ve esa misma realidad desde la política?
–Algo que me llamó la atención era el consumo. Yo salía con mi hermano a caminar y veía tirados muebles nuevos. Con la comparativa con mi otro continente me parecía una barbaridad. Había movimiento, trabajo, incluso podías elegirlo. Cuánto nos creímos ese cuento de que podíamos comprarlo todo, tener ropa sin estrenar. Ya en el Ayuntamiento me he encontrado con la otra realidad: la necesidad del trabajo, de la asistencia social, que es un ámbito en el que hay mucho que debatir y reflexionar, porque me duele cuando veo a una abuela que ha sido atendida por los servicios sociales; sigue la hija y ahora la nieta. En ese linaje familiar algo tenemos que estar haciendo no del todo bien, porque no hemos dado con la clave para romper la línea en la que el ser humano lo primero que tiene que recuperar es sentirse útil. Si se está en una situación económica vulnerable, para eso están los servicios sociales, pero eso para mí debe ser circunstancial. Si se convierte en un estilo de vida que te acompaña por muchos años, no estamos rompiendo esa cronificación de la pobreza y estamos perdiendo activos, porque una persona es un activo. Hay que infundir en el ánimo de quien está siendo atendido para que se vea como un recurso útil, que puede aportar y romper esa actitud de creerse siempre necesitado. Si contagiamos eso en esas personas, que por manera circunstancial necesitan apoyo, Jerez ganará muchísimo. Sueño con una Jerez próspera, y queda muy bonito en el eslogan eso de que “nadie se quede atrás”, pero el eslogan es que “nadie se quiera quedar atrás” y que diga cómo puedo aportar.
¿Y se ha avanzado algo en este año que lleva en el Gobierno local?
–Debo decirte tristemente que se ha avanzado poco. Este Gobierno empezó con muchísima ilusión, porque venía tras un activo de cuatro años durísimos y tras los que logró entusiasmar a la población, a creer que es posible revertir la situación de Jerez. Y cuando todo iba marchando nos encontramos con la primera crisis cibernética, que fue un golpe, y luego la crisis sanitaria. Ni en mi peor pesadilla pensé que este año íbamos a padecer una pandemia mundial, que es como un ciclón que todavía no nos deja poner los pies firmes. Solo hemos podido pensar en lo urgente, en lo importante, por eso hemos estado con el dispositivo en el Kiko Narváez, reforzando la labor de otras delegaciones, pero eso no te permite avanzar, siendo honesta. Ahora se está intentando retomar los contactos con los sectores económicos de la ciudad, a repensar qué podemos hacer, hablando con el Ministerio para lograr la aprobación de los presupuestos. La cosa va levantándose, pero todavía sobre arenas movedizas. En medio de esa arena movediza estamos aprendiendo a caminar en medio de la incertidumbre, porque ahora mismo nadie puede decir que esto en septiembre ya habrá pasado.
¿No cree que la apuesta por el Ingreso Mínimo Vital entra un poco en contradicción con lo que me ha comentado antes de que la gente no tenga que sentirse siempre necesitada?
–Hay que analizar el espíritu del IMV y de lo que viene acompañado. Otra cosa es, y vamos a estar atentos, que pidamos coordinación al Ministerio y se nos esclarezca nuestro papel como ayuntamiento en este tema. Porque no es solo una medida de prestación, sino de activación del empleo, ya que estas personas van a tener un acompañamiento y se les va a apoyar en la búsqueda de empleo, y va a haber incentivos para eso. Eso es lo que está en la teoría y hay que estar vigilantes para que se aplique en la realidad. Pero no lo veo una contradicción, lo veo como una reformulación de las prestaciones que se están dando a nivel autonómico. El Estado asume la responsabilidad de una ayuda importante que permita sostener económicamente a las familias, porque va a poder pagar su alquiler, sus recursos esenciales, y esto también va a generar economía. Ahora, si eso no está acompañado de un programa de seguimiento, de un programa de orientación laboral y de activación económica no servirá. Creo en cualquier caso que el espíritu y las herramientas no son contradictorias si se aplican como se tiene pensado.
Lleva diferentes áreas, Igualdad, Juventud, Vivienda, Participación... sobre las que pesa una necesaria transversalidad, ¿cuál está siendo su filosofía de trabajo?
–Para mí la Coordinación de Distritos y la Participación Ciudadana era como el tronco de un árbol, el camino por el que tenía que trabajar para darle sentido a mis otras delegaciones, porque sin participación, sin mecanismos de participación, las políticas pierden el sustrato más importante, que es la voz de la gente. Luego en la raíz ponía los valores. Y cuál es el valor fundamental, la igualdad. Más allá del feminismo, de la equidad, cuando yo hablo de igualdad me refiero en el máximo esplendor de esa palabra, que es la igualdad de oportunidades para las personas. Luego, el fruto de esa raíz y esa participación es el que va a permitir que tengamos un árbol florido, con frutos, en donde es importante revitalizar el proceso participativo con las asociaciones vecinales, porque, y lo digo desde el respeto, estamos viviendo de fotos amarillas. El movimiento asociativo, tal y como era en los años 80, ha cambiado y se ha transformado. Ahora ¿qué funciona más?, sin decir que las asociaciones hayan dejado de funcionar: las mareas. La gente se reúne por intereses. La marea verde por la educación, la marea blanca para temas de salud, la marea violeta con el trabajo del feminismo... Hay un desafío de cara a los movimientos asociativos y este año lo íbamos a abordar con un gran encuentro para, en primer lugar, honrar a los que durante tantos años han hecho su labor, y en segundo lugar para que desde su experiencia nos digan cuáles son ahora los desafíos del movimiento asociativo, caso de la intergeneracionalidad, el liderazgo, la voz de la juventud... Ver cómo encauzamos esa energía en estos movimientos y que las asociaciones admitan sus fortalezas pero también sus debilidades y sus desafío. Ojalá que podamos hacer ese encuentro el año próximo. Con los jóvenes también hay que trabajar mucho, porque aunque se dice que la juventud está perdida, tenemos que mirarla, porque está activa, estudiando, preparándose. Esto es una corresponsabilidad. Y desde el enfoque de la transversalidad quiero hablar de esa colaboración y esa generosidad. En política, por ejemplo, en los plenos hay que hablar más de los puntos de encuentro. En muchas cosas no estaremos de acuerdo, nuestra ideología será diferente, pero yo no quiero ir a un pleno para recordar lo que hizo Pilar Sánchez o lo que hizo María José García Pelayo, yo quiero ir a un pleno en el que desde las diferencias qué podemos hacer juntos. Me dirán que soy una romántica de la política, pero es que si la política no es para servir a la gente no sé para qué es. No concibo la política para ponerte a ti el pie y que fracases porque seas de otras siglas, ni para que mi ego crezca y a ti te achique. Si nos pagan para ir a un pleno es para trabajar por Jerez, y Jerez es diversa, nos guste o no.
¿Qué es el Plan Municipal de Vivienda y Suelo 2020-2024?
–Es una herramienta que nos permite diseñar la política de vivienda de Jerez. Es un instrumento, no es la solución, porque un plan municipal de vivienda y suelo conlleva una parte de diagnóstico. Para buscar soluciones, primero tenemos que saber cómo está nuestro parque de viviendas. Te permite tener un estudio pormenorizado de cómo está el parque de vivienda, cómo está el tema de la infravivienda, qué necesidades de vivienda tenemos, qué número de viviendas necesitan ser rehabilitadas, cuánto porcentaje de vivienda vacía tenemos, qué queremos hacer con el centro de Jerez, con el ámbito rural.
En el mismo se ha contado con las propuestas de colectivos y entidades de la ciudad, que han presentado 257 iniciativas. ¿Qué proceso es el que se sigue a partir de ahora?
–El proceso participativo era obligatorio, y conlleva ahora un proceso de devolución, y luego se eleva a pleno. Vamos a informar con antelación a los consejeros de Emuvijesa, donde están todos los partidos, porque no queremos que esto se instrumentalice políticamente, porque es una herramienta para la ciudad, no para este gobierno, porque tiene una duración hasta 2024, trasciende este mandato municipal. Si nos ponemos en perspectiva, nadie podrá votar en contra; lo espero. Pasará en pleno a una primera fase, se expondrá para alegaciones y aportaciones, e irá de nuevo a pleno para su aprobación definitiva. Quiero que sea antes de que acabe 2020. Que en septiembre u octubre esté listo para su aprobación.
Uno de los aspectos recogidos en el Plan es el relativo a la infravivienda, y aunque lo identifique y diga qué hacer, ¿cómo se puede hacer si se carece de fondos?
–La situación en algunas barriadas es muy grave, pero sobre todo es una cuestión de muchos millones. La primera problemática en Jerez es la accesibilidad. Hay viviendas sin ascensor y personas atrapadas, que no pueden hacer su vida. Hay farmacias de la zona sur que tienen a personal para que le suban las medicinas a las personas mayores que no pueden bajar. Me consta que se está estudiando las vías desde Emuvijesa para intervenir, pero hay bloques en los que no es posible o los costes son muy elevados para las familias. El plan municipal de Vivienda afronta ese problema, para que cuando la Junta tenga dinero y pregunte los problemas que hay se invierta en paliar el tema de ascensores. El plan ha hecho ese diagnóstico para decirle a Europa y la Junta cuáles son los temas para los que necesitamos ayuda.
La licitación para la compra de viviendas para atender a familias de emergencia social ha vuelto a fracasar, ¿van a reformularla?
–La hemos licitado por segunda vez y habrá que hacerlo una tercera. Hay que contextualizar. Son fondos europeos, hay una serie de requisitos que hay que cumplir, y entre ellos está el código técnico. Por ejemplo, hay muchas personas que nos han ofrecido sus viviendas y se han quedado fuera porque no tenían ascensor. Hay cosas que no se pueden negociar. Si de 6.000 a 60.000 es poco dinero, a lo mejor tenemos que estudiar que sean menos viviendas pero con más garantías de que haya compra, porque a ese precio hay carencias técnicas. Todo va a pasar por incrementar las cuantías para viviendas para que se ajusten al código técnico que nos impone Europa.