Con el tiempo como aliado nos encontramos en plena forma cuando tomamos las riendas de nuestras vidas. Nos sentimos plenos y felices ante cualquier proyecto interesante que pueda abrirnos las puertas a nuevas oportunidades.
Hay quienes experimentan la diferencia entre arrimarse o separarse, sentirse pesado o ligero, con o sin utilidad, regalarnos algo que mejore nuestras vidas o cruzarnos con lo que nos la complique y empeorar, saber aceptar con elegancia o renunciar con generosidad.
Muchas veces los apoyos inesperados nos ayudan a llevar a cabo nuestros proyectos, mientras que los excesivamente preparados no son los mejores para conseguir nuestros objetivos. aunque podamos dar lo mejor de nosotros y demostrar nuestro talento.
Debemos tomar las riendas de nuestras vidas, porque cuando todo es simbólico y nada es real, somos incapaces de tocar aquello que vivimos y solo en ocasiones lo imaginamos. Dos caras, dos realidades, entre el ayer y el hoy, el yo y el nosotros.
Luchar por aquello que queremos conseguir, nos hace domesticar aquello que parece salvaje, y hacemos todo lo posible para liberar nuestras tensiones y recuperar nuestro bienestar. Aprendemos a dar un salto de gigante para ser valientes y alcanzar nuestros sueños.
Si perdemos el control de nuestras vidas, no nos enteramos de nada de lo que nos ocurre, y entre cabezonerías y obstinaciones, bandas y pandillas, modernidades y posverdades, nuestra forma de hablar y comunicarnos hace milagros a la hora de resolver nuestros problemas.
En la actualidad vemos demasiadas gentes instaladas en la mentira, en la existencia de verticalidades que las hunden y horizontalidades que no van a ninguna parte. Todo es una ansiedad de la falsedad compulsiva, para desplazar el balón y ganar tiempo.
Debemos, sin perder el control, dejarnos llevar por la magia del momento, sin arrastrarnos por todo tipo de fantasías, ni ser vencidos por el cansancio, sumirnos en el hartazgo, dejar de ser curiosos o ser vencidos por la desolación.
Para seguir dirigiendo nuestras existencias, no podemos renunciar a tomar decisiones, y confundir verdades que son mentiras y falsedades que parecen auténticas, cuando descubrimos entre aperturas y cierres, amigos distanciados y enemigos íntimos.
No debemos precipitarnos y avanzar paso a paso, sin prisas pero sin pausa, sabiendo competir en su justa medida, haciendo frente a cualquier tipo de acoso o defendiendo nuestra dignidad a toda costa y no dejarnos pisotear.
Hay gente que no quieren que se metan en sus asuntos, y están en su perfecto derecho, pero a la vez necesitan desahogarse y contar sus problemas, y saber ganar la batalla de las ideas frente a la conspiración de los intereses.
Cuando estamos en nuestros mejores momentos, hemos de aprovecharnos de lo que nos llega sin dispersarnos en palabras ni acciones inútiles. Saber expresarnos de manera clara, sencilla y directa, de forma comprensiva y sin esfuerzo.
Sin enfados ni cabreos, hay gente que entre lo tradicional y lo vanguardista, utiliza todo tipo de martingalas, artimañas y astucias para engañarnos a todos y no comprometerse con nadie.