Hay quienes, casi siempre, están fuera de tiempo y espacio. Los que por mucho que les digan, incluso que les griten que “la guerra ha terminado”, ellos siguen disparando, no se sabe a quién ni hacia dónde, pero continúan la batalla, como si el final del conflicto bélico dependiera única y exclusivamente del disparate de sus actuaciones.
Convivimos con gentes que están todo el día pendientes para denunciar, demandar o suspender, y desde que se tiraron al monte, permanecen allí, como los más radicales, los intolerantes sin remedio, aquellos que no son líderes de nada , pero quieren imponer su criterio a todos.
En esa estrategia de rechazo de todo lo que no les ocurra a ellos, se adueñan de señales y símbolos, y entre rutas y ritos colocan todo tipo de piedras en el camino para que no sea posible el acuerdo y la gente respete la discrepancia, base de cualquier sistema democrático.
Suelen montar un relato que no tiene nada de verdad y mucho de fraude, que nos pinta la honradez como un autosacrificio, que inundan las redes de calumnias y se refugian en estrategias egoístas, llenas de maquillajes de bondades que esconden a miserables sin solución.
Los que tienen vocación de permanecer en el monte, se suelen conocer aunque en ocasiones no se dirijan la palabra y persistan en sus errores, en lugar de pasar página y apuntar hacia el futuro, para ofrecernos días memorables y no caer presos de jornadas tediosas.
Entre lo que pasa y lo que podría ocurrir , inquietudes y tranquilidades , nuestras peores y mejores versiones , no debemos ponernos tristes porque alguna persona nos cuente algo negativo , ni hacer sonar siempre tambores y trompetas porque nos ocurra algo positivo..
Continúan en el monte quienes quieren seguir siendo, en todo momento y lugar jueces y partes, leales y desleales, ángeles y demonios, pero bajamos del mismo cuando superando los nervios y las preocupaciones, encontramos el momento perfecto para que nos apuntemos a una nueva vida y avivemos la llama de la pasión.
Desde futuros a presentes y pasados o viceversa, intentamos encontrar el equilibrio y vemos las cosas con otros ojos y sin crispaciones, sin dejarnos llevar por falsos sentimentalismos, buscando huecos, sabores y olores, renovando energías y avanzando positivamente.
Hemos de ser cuidadosos con lo que deseamos, porque realmente puede suceder, y abordar de frente que cuando las cosas no van bien, algo, es posible, que hayamos hecho mal. Los éxitos y los fracasos, no son fenómenos que sucedan por casualidad.
Debemos creer más en nosotros mismos y en nuestras posibilidades, sino no conseguiremos aquello que nos habíamos propuesto. Entre críticas y reproches, hemos de ser fuertes, saber escuchar nuestras propias voces y no dejarnos influenciar por quienes nos rodean.
Estar instalados en el monte, enfurecidos y rechazando a los demás por cualquier diferencia, no solo no es la solución, sino el problema, y el camino para profesar un alto grado de fanatismo, no escuchar a nadie, ser déspotas y autoritarios, tener problemas en las relaciones interpersonales, moverse solo entre el blanco y el negro sin descubrir la gama de los grises.
Si queremos encontrar la solución desde el diálogo , hemos de hacer que se bajen del monte , que dejen de ser inflexibles y rígidos , que mantengan la serenidad y la calma , sepan encajar las críticas y no explotar a la mínima entre el rencor y la venganza.