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Lo que queda del día

Un deseo cada vez que pasa un tren

La fallida conexión férrea entre Jerez y la Sierra ha terminado por convertirse en una oportunidad para el turismo y el medio ambiente

  • Señales aún en pie de por donde iba a transitar el tren hacia la Sierra -

Entre los primeros recuerdos que conservo de cuando era muy niño se encuentran los paseos que daba junto a mis padres por los restos de la antigua vía del tren que debía comunicar Jerez con Arcos, donde aún permanecían intactos algunos de los rieles instalados décadas atrás, por los que nunca llegaron a transitar las locomotoras de entonces y por donde muchas personas se quedaron sin compartir un deseo cada vez que pasara un tren, como le gusta cantar a Calamaro.

La gente sigue recordando las inundaciones que arrasaron con toda la infraestructura que se había levantado, y de la que apenas quedaba ya el edificio del apeadero, un raíl, como un puente colgante, suspendido entre dos cerros por donde había cedido el suelo, y un par de túneles: uno plagado de leyendas y cuentos de miedo, y otro por el que había que atravesar para llegar hasta el campo de mis primos, y que, en alguna ocasión, convertimos en escenario de nuestras aventuras cuando nos atrevíamos a cruzarlo a pie, puesto que hacía curva y había unos metros con un punto ciego en el que no llegaba claridad de ninguno de los dos extremos -pocos años después terminaron por tapiarlo para experimentar en su interior con el cultivo de champiñones-.

Ya les digo que les hablo con los ojos de un niño, lo que implica cierta magnificación de la memoria y de la propia estampa revivida tantos años después, pero con la certeza del pueblo que se quedó esperando la llegada del tren y tuvo que conformarse sólo con las huellas, como ocurre con tantos otros proyectos de cuyos dineros, beneficios y aspiraciones  se habla durante años hasta quedarse solo en palabras y luego en olvido.

Aquel trazado férreo debía seguir hasta Bornos, Villamartín, Puerto Serrano y Olvera, y aunque ahora mismo cuesta imaginar en qué medida podría haber alterado el paisaje atravesado, no cabe duda de que el planeamiento urbanístico de dichas poblaciones sería muy diferente al que conocemos ahora. Dicho así casi parece una suerte, y hasta terminó por convertirse en una oportunidad. La supo ver hace un par de décadas la Diputación cuando decidió convertir el trazado entre Puerto Serrano y Olvera en la primera experiencia de una vía verde en la provincia. No sé si se debió a la falta de mejores expectativas o a la de músculo financiero, pero fue primera y única.

Así, hasta que el año pasado, y amparado en el auge del senderismo y del turismo de naturaleza, comenzó a hablarse de la ampliación de esa vía verde de la Sierra hasta las otras poblaciones que compartieron el trazado original de la fallida vía férrea y que aún conservan los vestigios de lo que pudo haber sido y no fue. Ecologistas en Acción y la Fundación Provincial que gestiona el proyecto han empezado a trabajar en la idea y han iniciado esta semana una serie de charlas explicativas en las que se están dando a conocer los resultados de los primeros trabajos de campo, que han pasado por transitar a pie el trazado para comprobar su estado de conservación, los restos aún visibles y las propiedades de los terrenos; y, de momento, aseguran que, con muy poca inversión, es muy factible habilitar el tramo entre Jerez y Arcos.

Todavía con el aterrizaje en marcha del nuevo gobierno en la Junta, la campaña para las generales y las elecciones municipales, parece poco probable que se le vaya a prestar excesivo interés a una iniciativa de este tipo, al menos hasta que pase mayo, pero hay empeños en los que conviene creer, y éste lo parece, sobre todo porque viene amparado asimismo por la sociedad civil, en su demanda y en su defensa, y porque responde a los criterios de esa oferta turística de calidad por la que hemos decidido apostar en los últimos años; y ése es un tren que las administraciones públicas tal vez no deban dejar escapar esta vez, ya que el auténtico lo hizo hace ya demasiados años, sin tiempo a pedir deseos de prosperidad para una provincia que sigue a la espera de que terminen por cumplirse.

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