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El delfín mular, con derecho a vivir

El delfín mular es el único delfín que tiene derecho a vivir en el Mar Mediterráneo, a ojos de la Unión Europea. Otras especies como delfines listados, comunes, calderones, rorcuales y cachalotes también deberían tener este derecho.

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  • Estos ?acróbatas marinos? usan las olas que generan los grandes buques en proa como medio de transporte para ahorrar energía. -
El delfín mular, ese que todos conocemos por la popular serie de televisión Flipper, es una de las especies residentes en aguas del Estrecho de Gibraltar. Esta especie cuenta además con la protección de la Unión Europea a ojos de la cual, parece ser la única que tiene derecho a vivir en el Mediterráneo, espacio donde además del delfín mular podemos encontrar delfines listados, comunes, calderones, rorcuales y cachalotes entre otras especies.

En las aguas del Estrecho de Gibraltar, Mar de Alborán y Golfo de Cádiz, podemos encontrar grandes grupos de delfines mulares que destacan por sus acrobacias, grandes saltos y por ser una de las especies más simpáticas de nuestros mares. Su tamaño puede llegar a tener más de tres metros en machos adultos y el peso de un adulto oscila entre 150 y 650 kilogramos. Presenta una coloración gris, a veces muy oscura, a lo largo de todo el dorso que contrasta con el color blanco o gris claro de su parte ventral.

Según estudios de censo de delfines mulares realizados por Circe, en el Estrecho de Gibraltar habita una población estable de unos 300 individuos. Estos datos son aproximados puesto que actualmente se están actualizando los datos en relación a su abundancia y tasa de supervivencia.

Su área de distribución es tan extensa como lo puede ser el propio Estrecho de Gibraltar, aunque es más habitual avistarlos en la zona centro del Canal, entre los dispositivos de tráfico marítimo Este-Oeste y Oeste-Este. A veces, se pueden observar como estos acróbatas marinos usan las olas que generan los grandes buques en proa como medio de transporte para ahorrar energía, o bien, simplemente se divierten con el movimiento de las aguas.

Una vez en el mar, nos dedicamos a fotografiarlos con fines prácticos además de científicos. Las fotografías de sus aletas dorsales nos sirven para identificar individuo a individuo debido a que cada una de ellas es diferente. Las marcas y muescas que presentan son equivalentes a nuestras huellas dactilares, por lo tanto, podemos saber quién es quién.

Así, año tras año fotográficamente recapturamos individuos que ya conocemos y hemos nombrado anteriormente. Es por todo este trabajo que conocemos aproximadamente la cantidad de delfines mulares que hay en el Estrecho de Gibraltar.

Las principales amenazas para los cetáceos en general, y para el delfín mular en particular, están relacionadas con las numerosas actividades humanas tales como: el descenso de la disponibilidad de presas que sirven de alimento debido a la sobrepesca y la degradación medioambiental. La muerte accidental en los aparejos de pesca y la contaminación química (y acústica) del agua son otros de sus peligros.

La Directiva de Hábitats es una directiva de la Unión Europea adoptada en 1992 relativa a la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres, con objetivo de contribuir a conservar la biodiversidad europea, mediante el establecimiento de una red ecológica y un régimen jurídico de protección de las especies salvajes.
Esta directiva solamente considera como especies de cetáceos a conservar la marsopa y el delfín mular creando áreas marinas protegidas. De hecho, el Estrecho tiene su nacimiento, entre otras especies por el delfín mular.

Sin embargo, esta directiva Europea no confiere el mismo tipo de protección a especies que probablemente tengan más problemas de conservación, como son los cachalotes, los rorcuales comunes, o las orcas.

Lo mismo pasa con el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, que a su vez incluyen tanto al delfín mular como a marsopas en las categorías de vulnerable, lo que les confiere una serie de medidas de protección, como son un plan de Conservación, y sin embargo deja fuera al calderón común, y las orca del Estrecho, que tantos problemas de conservación tienen actualmente.

Con todo ello, no pretendemos que no se proteja al delfín mular, sino todo lo contrario, que se tengan en cuentan a todas las especies de cetáceos que también lo necesitan.

Si contribuimos a conservar la biodiversidad en nuestros mares podremos seguir sintiendo emociones tan reconfortantes y satisfactorias como el hecho de ir navegando por las aguas del Estrecho, encontrarte con un grupo de delfines mulares, los cuales después de unos minutos comienzan a exhibirse mostrándote saltos, piruetas y acrobacias en el aire. Una vez que estás en contacto con ellos, el mundo deja de girar, el reloj se para y solamente tienes ojos para buscarles y seguir sus movimientos.

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