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Francisco, cinco años como papa con vista puesta en grandes momentos

Tras canonizar en 2014 a los papas Juan XXIII y Juan Pablo II, Francisco acaba de firmar los decretos necesarios para elevar a los altares al papa Pablo VI

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El papa Francisco cumple mañana cinco años como pontífice y lo hace con la vista puesta en algunos de los grandes acontecimientos de este año, como el Encuentro Mundial de las Familias en Irlanda en agosto y el Sínodo de Obispos sobre juventud en el Vaticano en octubre.

Además, tras canonizar en 2014 a los papas Juan XXIII y Juan Pablo II, Francisco acaba de firmar los decretos necesarios para elevar a los altares al papa Pablo VI y al arzobispo de San Salvador Oscar Arnulfo Romero, conocido por todos como "el Santo de América" y asesinado brutalmente en 1980 cuando celebraba misa.

De momento no hay fecha prevista para estas santificaciones, aunque se barajan posibilidades como que se organicen en el Vaticano tras el Sínodo de Obispos -convocado del 3 al 28 de octubre- o que la canonización de monseñor Romero sea en San Salvador el próximo año, durante el viaje que Francisco realizará a Panamá por la Jornada Mundial de la Juventud.

Más inmediato en el calendario se sitúa el encuentro presinodal que acogerá en Roma entre el 19 y el 24 de marzo a más de 300 jóvenes de todo el mundo, de varias religiones y también no creyentes, para preparar el Sínodo de Obispos de octubre que estará dedicado a la juventud.

Desde que fuera elegido pontífice en 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI, Francisco ha prestado una especial atención a las nuevas generaciones, prueba de ello es que en sus viajes apostólicos nunca se olvida de celebrar un acto con ellas, como el que organizó este año en el Santuario chileno de Maipú en su viaje a Chile y Perú en enero.

La idea del Sínodo de octubre será la de conocer los estilos de vida y las preocupaciones de las nuevas generaciones para que la Iglesia católica intente adecuar su lenguaje y el uso de las nuevas tecnologías y acercarse más a ellos.

Esta será la segunda Asamblea General Ordinaria del Sínodo de Obispos que tiene lugar durante el pontificado de Francisco, después del Sínodo sobre la Familia de 2015, aunque un año antes, en 2014, Jorge Bergoglio ya convocó un Sínodo extraordinario sobre esta misma cuestión.

La defensa de la familia ha sido un asunto de gran importancia para Francisco en estos cinco años pues, según ha señalado en numerosas ocasiones, genera fuertes vínculos que son el mejor antídoto contra el individualismo.

Por ello, otro de los grandes acontecimientos que ha convocado para este 2018 es el IX Encuentro Mundial de las Familias que tendrá lugar en Dublín del 21 al 26 de agosto, una celebración que fue inaugurada por Juan Pablo II en octubre de 1994.

De momento no hay confirmación por parte del Vaticano sobre la asistencia de Francisco, aunque el primer ministro irlandés, Enda Kenny, aseguró en noviembre de 2016 que el papa acudirá a este evento.

De confirmarse, Francisco será el segundo pontífice en visitar Irlanda, después del histórico periplo que realizó Juan Pablo II en 1979, cuando llegó a congregar a más de un millón de personas en el dublinés Phoenix Park.

Este se sumaría a los viajes que ya ha realizado desde 2013 a Brasil, Turquía, Corea del Sur, Tierra Santa, Ecuador, Bolivia, Panamá, Cuba, Estados Unidos, México o más recientemente Birmania (Myanmar) y Bangladesh, entre otros.

Francisco ya tiene programado un viaje a Ginebra el próximo 21 de junio, en la celebración del 70 aniversario del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), que se ocupa del diálogo ecuménico entre las diferentes realidades cristianas.

Y entre el 22 y 25 de septiembre próximo visitará Estonia, Letonia y Lituania en un nuevo paso de acercamiento hacia los ortodoxos y a Rusia.

Este gesto seguirá al histórico encuentro que mantuvieron el papa Francisco y el patriarca ortodoxo ruso Cirilo en 2016 en La Habana, el primero de los líderes de las dos Iglesias desde el Gran Cisma de 1054.

En los últimos cinco años, Bergoglio se ha esforzado por tender puentes y entre sus éxitos diplomáticos destaca el deshielo, en el que medió, entre Cuba y Estados Unidos en 2014, o el encuentro sin precedentes ese mismo año en el Vaticano de los presidentes de Israel, Simón Peres, y de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abás.

Su carácter de papa mediador y conciliador le han llevado a defender el diálogo y la reconciliación en países como Venezuela y Colombia, y también ha condenado la explotación infantil, la trata de personas, la posesión de armas nucleares, las guerras y el terrorismo yihadista. 

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