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Imagina que eres millonario y no lo sabes

Hay decenas de casos de premios millonarios que nunca llegaron a cobrarse por parte del ganador ya que, en España, éstos caducan a los tres meses del sorteo

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  • Administración de loterías -

¿Te imaginas que te ha tocado un premio de varios millones de euros en La Primitiva, el EuroMillón o la Quiniela, pero no lo sabes porque no te has molestado ni siquiera en mirar la combinación ganadora?

Parece una broma de mal gusto, pero este tipo de situaciones suceden en la vida real, y hay decenas de casos de premios millonarios que nunca llegaron a cobrarse por parte del ganador, que van íntegramente a beneficio de la Hacienda estatal. Un aspecto que conviene tener en cuenta es que, como norma general, los premios de este tipo de sorteos caducan a los tres meses, a contar desde el día después a la fecha de la celebración del sorteo correspondiente.

Baste decir que en internet se puede comprobar los resultados de la Primitiva sorteos jueves y sábado de forma rápida y fiable, sin tener que acudir a la administración o punto de venta habituales.

Otras veces el afortunado o afortunada tiene doble suerte, ya que descubre que es el premiado a tiempo como le ocurrió a un ciudadano asturiano que siempre jugaba la cantidad mínima: 1 euro a la Primitiva, y un día cuando acudió a la administración-trece días después del sorteo- le dijeron que su boleto estaba premiado con 2,7 millones de euros. Incluso por el pueblo se corrió el bulo, en los días previos, de que otro vecino había sido el millonario.

El cine español está lleno de guiones repletos de humor sobre todo tipo de anécdotas relacionadas con los sorteos y lugares curiosos donde éstos recaen como la reciente “Villaviciosa de al lado”, donde la ‘Madame’ de un club de alterne, caracterizada por la popular actriz Carmen Machi es la encargada de dar toda una lección a un pueblo encorsetado por recoger sin ser vistos un premio del Gordo de Navidad que había recaído en la casa de citas.

Seguramente la realidad supere en muchas ocasiones a la ficción, y los premios de los sorteos más bajos son los que dejan de reclamarse por cuestiones del día a día, como el boleto dejado en un bolsillo en un pantalón que acaba en la lavadora-nunca planchéis un resguardo porque se ennegrecen y no sirven-, o la rotura del comprobante porque pensábamos que no estaba premiado al confundirnos de fecha. Aquí conviene tener presente que lo importante para reclamar el premio es que los códigos numéricos sean perfectamente legibles, por lo que en principio se admite que estén pegados con cello.

Y por último, la vía judicial, para los casos más difíciles en este tipo de reclamaciones de premios.  Un buen abogado nos puede sacar de más de un apuro, siempre y cuando haya una base mínima para reclamar el premio.

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