No estar de acuerdo con lo que está sucediendo en Cataluña no supone cantar el “cara al sol”, pero aquí a poco que se rasque nos salen los extremos. Los y las que asocian la bandera española con un símbolo franquista se reafirman con estas actuaciones. Pero Franco y España no son la misma cosa, mal que pese a quienes los hacen correspondientes. Siempre han existido partidarios del: “a por ellos”, pero en frente de quienes abominan la violencia venga de donde venga y de la forma que sea, como destrozar coches de las fuerzas de seguridad o el uso de pelotas por la guardia civil. Ya se había convocado antes otro referéndum sin validez alguna, la decisión de reprimir éste ha favorecido en apoyos a los independentistas, ha movilizado a los jóvenes, ha convocado a la prensa internacional, ha preocupado a Europa y ha tapado la corrupción institucional catalana. Buena carambola para los que quieren una independencia a cualquier precio porque así no tienen que convencer a nadie de lo indefendible y lo imposible. La separación de España traería graves perjuicios económicos al pueblo catalán, además de la salida de Europa y del euro. Un Estado no se constituye más que con el reconocimiento internacional, no pronunciando unilateralmente la independencia. Del otro lado, Rajoy y su partido tendrán que valorar el enroque en el que se han situado hasta ahora y los costes. La unidad de España no se defiende enfrentando nacionalismo español contra nacionalismo catalán ni manipulando la televisión y radios públicas, añorando los tiempos del NO-DO. Ahora existe internet.
El absurdo de los extremos lo hemos visto últimamente también en Cádiz ciudad, donde se ha suspendido un ciclo de cine israelí en la tercera proyección, en las dos anteriores el ayuntamiento no había reparado que resultaba contradictorio con su boicot en favor del pueblo palestino. También ha retirado el busto de Mercedes Formica de la Plaza del Palillero debido a su pasado falangista, justo cuando Manuela Carmena piensa dedicarle una calle en Madrid. No se necesita ser jurista para saber que Formica fue quien tras casi una década de lucha, artículos y conferencias consiguió la reformadel Código Civil de 1958 tan fundamental para todas las españolas. El primero que intentaba aproximar el enorme abismo que separaba la condición jurídica de hombres y mujeres. Los extremos son siempre un despropósito.
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No estar de acuerdo con lo que sucede en Cataluña no supone cantar el “cara al sol”, pero a poco que se rasque nos salen los extremos
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