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Cádiz

Cádiz-México, el ejemplo de cuando la distancia no derrota

La asociación de Mexicanos en Andalucía aúna esfuerzos para enviar toda la ayuda posible. Lo peor está por llegar, cuando se sea consciente del futuro inmediato

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Casi 9.000 kilómetros separaban Cádiz del potente seísmo que sacudía el sur y el centro de México, cuando la comunidad mexicana en la provincia entraba en estado de alarma ante lo que podía haberle ocurrido a sus familiares y amigos. En la Bahía son unas 35 personas, afincadas en Cádiz, procedentes del otro lado del Atlántico que se han remangado para ponerse a trabajar y ayudar a sus conciudadanos.

La casualidad hizo que ese terremoto tuviera lugar el mismo día del calendario que aconteciera otro seismo hacía 32 años. Un hecho que da escalofríos sólo pensarlo.
A través de la Asociación de Mexicanos en Andalucía (Ollin) “vamos a canalizar las ganas de ayudar a aquellos que se han visto afectados por la tragedia. Necesitamos sentirnos útiles. Estamos teniendo el apoyo de instituciones -como la Casa de Iberoamérica- y particulares”, explicaba Gabriela Alejo, presidenta del colectivo, que ha estado en todo momento en contacto con la Embajada y con  otras asociaciones en Madrid.

Entre las iniciativas que han puesto en marcha está una colecta que han venido desarrollando el pasado fin de semana, y “haremos una gala benéfica, gracias a la colaboración del Pay Pay el próximo día 6 de octubre donde contaremos con actuaciones de Carnaval y ópera, así como con Claudia Valentina que colaborará en nuestra causa antes de volver a Nueva York”.

“Queremos que sepan que estamos haciendo algo por ellos, aunque estemos lejos”, ya que algunos llevan casi 14 años viviendo ya en España. El próximo 19 de octubre se celebrará un minuto de silencio, coincidiendo con la conmemoración del mes, a la vez que se pretenden realizar otras acciones solidarias en las que se encuentran trabajando.

Este colectivo vivió el momento del terremoto con mucha “angustia porque hace 32 años lo vivimos en carne propia”. “Hemos recibido información de amigos y familiares en tiempo real porque las telecomunicaciones se interrumpieron en México, pero internet siguió funcionando”, explicaba la presidenta del colectivo.  En ese momento, gracias quizá a esa efemérides, se salvaron muchas vidas porque se aporovechaba el aniversario para hacer simulacros, por lo cual había mucha gente fuera de los edificios.

La secretaria de la asociación, Yamina Saldaña, relataba que “cuando ocurre una desgracia como esta la reacción es inmediata, pero el paisaje urbano que ha cambiado, con edificios derrumbados y gente pasándolo mal, empieza a formar parte del día”. Son muchas historias las que hay detrás de cada uno de los mexicanos que se ha visto afectado por el terremoto. “Historias que pueden acabar siendo un calvario a medio y largo plazo”.

Es en el momento en el que se enfrían las cosas cuando “tenemos que estar ahí”. Familias acogiendo a otras familias, donde antes comían cuatro ahora comen diez o donde antes dormían tres ahora duermen ocho. “Pensar sólo en tener otra casa puede resultar una quimera”. El colectivo teme que a partir de ahora llegue esa “depresión colectiva y cuando empiecen a pasar los días caerán en la cuenta de cuál es su futuro inmediato”, explica Saldaña.

En estos momentos, lo que existe entre la población mexicana es “pánico”, aclara Óscar Aguilar, miembro de la asociación. La gente tiene “miedo” a nuevos episodios, tanto es así que en el segundo seísmo, el del día 23, dos personas fallecían por un infarto.

Desde aquí se respira una “mezcla de sentimientos de incredulidad e impotencia. Estar demasiado lejos y no poder hacer nada. Amamos a nuestro México lleno de gente valiente y solidaria”. Por eso, “decidimos ponernos a hacer esto, no sabemos cómo lo vamos a conseguir, Hacemos todo con amor infinito, en cada euro va un pedacito de nuestro corazón”, explicaba Yamina Saldaña. Para Óscar Aguilar, “México es un país de gente valiente” a la vez que destacó la gran ayuda a nivel internacional: “Me alienta que los gobiernos hayan ayudado a que la gente se levante. Muchos se quedaron sin hogar, sin trabajo, sin nada y ahora vendrán los problemas”.

Por eso han puesto a disposición de la colecta la cuenta de la Asociación de Mexicanos en Andalucía: Open Bank (Santander) ES67-00730100550505279576. La asociación de Mexicanos en Andalucía cuenta con una dirección de correo electrónico para atender los ofrecimientos de ayuda que se quieran prestar al colectivo: mexicanosandalucia@gmail.com

Los niños que montaron el Albergue 'Piraña'

Estos mexicanos en Cádiz cuentan con las imágenes gráficas y el relato de un fotoperiodista de la zona, Ricardo Maldonado, quien en su afán por hacer su crónica visual de los hechos ha dado a conocer  la historia curiosa que protagonizan unos menores. Gabriela Alejo recuerda que  “cuando nos desalentamos recordamos lo que nos ha contado Ricardo”: la historia del Albergue ‘Piraña’.

Esta es la historia de un grupo de niños de entre once y doce años que con sus bicicletas decidieron coger el toro por los cuernos. Al ver que su barrio estaba en tan malas condiciones, que había tantas familias pasándolo mal, y que no llegaba mucho ayuda hasta su zona tomaron cartas en el asunto y han montado un albergue, el Albergue ‘Piraña’.

Han creado un espacio, con cocina incluida, donde pueden guarecerse aquellos que se encuentran en peores condiciones. Estos niños “se pusieron a pedir que ayudaran a sus vecinos y con sus bicis reparten agua, ropa y mantas”, relata Gabriela, quien se emociona al explicar que “los mayores, al ver a los chicos ayudar a aquellos que los necesitaban empezaron a volcarse con ellos”.

Ahora en México, la lluvia está haciendo estragos y “hace más cruda la situación porque hay humedad, y las casas que no se encontraban en buen estado se han reblandecido y se están cayendo”, cuenta la presidenta del colectivo. Entonces, cuando “nos acordamos de ellos no podemos quedarnos con los brazos cruzados. Con 50 euros que consigamos hay agua para tres días”. La asociación ha montado una red entre amigos y familiares, que cuenta con la certificación del fotoperiodista, para corroborar que su ayuda llega hasta los lugares donde hace falta. No pueden enviar alimentos, según les han dicho desde las instituciones públicas -que se encuentran rebasadas por las circunstancias- pero, por ejemplo, en el albergue “necesitan velas porque no hay luz. Por eso si con la colecta compramos velas, ya estamos ayudando”, afirman esperanzados.

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