Este verano se han cumplido diez años desde que Primayor, antes Cárnicas Molina, uno de los iconos de la industria alimentaria jienense, cerrara sus puertas, dejando a 148 trabajadores en el paro, después de promesas incumplidas y de falsas esperanzas. Después de una década, las instalaciones y el solar (en manos de una entidad financiera) se han convertido en la metáfora de la falta de inversión y de las políticas industriales en la capital. Cualquier inversor o empresario que llegue a Jaén desde el norte, por la antigua N-323, se encuentra con esta metáfora de la decadencia industrial no solo de la ciudad, si no de buena parte de la provincia. Urge ya, después de diez largos años, a que se limpie el solar para que deje de ser la oda que es al abandono, el fantasma de los despropósitos pasados. La capital necesita una fuerte inyección inversora y fiscal que atraiga a empresarios industriales hasta aquí; convertir el Parque Empresarial ese ‘Nuevo Jaén’ con el que se proyectó y no en la vergüenza en la que se ha convertido, a pesar de las firmas y empresarios que siguen apostando por él con muy pocos gestos por parte de las administraciones. Busquemos soluciones pues, presionen a quien deban, pero acaben con ese monumento a la decadencia de una vez.
Jaén
Primayor: oda al abandono
Diez años después del cierre de Primayor, Jaén debe aún soportar ese monumento a la decadencia y al fracaso industrial
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