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Jerez

Lomopardo de Sor Agustina

La historia de Lomopardo no se entendería sin Sor Agustina y la historia de Sor Agustina tampoco se entendería sin la barriada rural jerezana

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  • Sor Agustina junto a la alcaldesa -

E n unas declaraciones de hace cerca de dos años Sor Agustina, que nos ha dejado para irse a la vera del Padre, comentaba en La Voz del Sur que cuando llegó a Lomopardo en 1970, tras dejar la miseria de la bajada de San Telmo, “allí  no había ni agua, ni luz, ni asfalto ni nada, así que nos pusimos a trabajar. Conseguimos el agua, conseguimos la luz, conseguimos que la fábrica de cementos nos diera sacos y nosotras las mujeres arreglamos las calles, no necesitábamos a los hombres para nada. Teníamos mucha alegría, estábamos muy unidos, y yo recuerdo esos tiempos con mucha felicidad”.

La historia de Lomopardo no se entendería sin la presencia de Sor Agustina, y tampoco se sabe si hubiese sido la misma, como la historia de Sor Agustina, delegada durante 24 años de esa barriada rural, no se entendería sin Lomopardo. Por eso titulo Lomopardo de Sor Agustina, porque fue la barriada para la monja de las Hermanas de la Caridad lo que la monja que llegó de tierras valencianas en busca de “ayudar a los más pobres” fue para la citada barriada ubicada en la zona cercana al río Guadalete, un río que, mire usted que curioso, vive al margen de la gran urbe, de la gran ciudad.

Un caso extraño, pero cierto, que siempre que sale a colación lo escribo. Todas las ciudades se han hecho alrededor del río y Jerez deja que el río solo atraviese esa zona rural con la que Sor Agustina se enraizó cuando abandonó La Escuela Cristo Abandonado, perteneciente al colegio de Madre de Dios y que se ubicaba prácticamente donde hoy está la parroquia del mismo nombre.  “En aquella época había mucha pobreza, veníamos de una situación en la que había más pobres, pero estábamos subiendo porque había trabajo. La gente cobraba poquito, pero se ganaba algo”, recordaba de cuando llegó a Jerez  y se encontró en la bajada de San Telmo  casas hechas de lata   por donde el agua corría como un mar cuando llovía, cuando llovía como entonces llovía en Jerez. De Madre de Dios a Lomopardo, donde se sacó el carnet de conducir para tomar los mandos de la furgoneta que servía para recoger a niños de Los Albarizones y otras barriadas rurales. DEP

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