El Municipal de Formentera, un pequeño campo de césped artificial, acoge este miércoles una cita histórica para esta isla que confrontará el sueño de su modesto equipo, único superviviente de Tercera en la Copa, y la obligación del Sevilla, un rival de 'Champions' y actual subcampeón del torneo.
Este emparejamiento de dieciseisavos de final de la Copa del Rey ha levantado un enorme revuelo en Formentera, pero los sevillistas no quieren confianzas ni tampoco contagiarse del ambiente festivo que este inédito duelo ha generado en la menor de las islas del archipiélago de las Baleares, con apenas 12.000 habitantes.
Se miden una Sociedad Deportiva Formentera que marcha en tercer lugar en el Grupo XI de Tercera y un Sevilla también tercero, aunque en LaLiga, y que depende de sí mismo para pasar a los octavos de la Liga de Campeones. Por potencial deportivo y económico, por entidad e historia, la distancia es sideral entre uno y otro contendientes.
Así, el conjunto formenterense, fundado en 1969, tiene 400.000 euros de presupuesto frente a casi 130 millones del centenario club hispalense; o 355 socios frente a los cerca de 40.000 de su rival.
A priori, las diferencias son abismales entre la SD Formentera y el Sevilla, lo que permitirá al técnico argentino del club andaluz, Jorge Sampaoli, reservar a muchos titulares y dar la oportunidad a jugadores menos habituales (Sirigu, Kiyotake, Kolodziejczak, Ganso, Correa o Ben Yedder) y a varios del filial, que curiosamente también es tercero, en Segunda, dos categorías por encima del equipo balear.
Los previsibles cambios que el técnico sudamericano introducirá en el once también le vendrán bien a una plantilla algo cargada de partidos y que comenzará en esta pequeña isla de las Pitiusas una serie de cuatro encuentros a domicilio: éste de Copa, dos de Liga y en medio de estos últimos el decisivo de la 'Champions' en Lyon.
A pesar de su gran superioridad teórica, los sevillistas se toman muy en serio el choque en Formentera y tras el sorteo ya expresaron su respeto para un rival que tendrá una enorme ilusión, un factor que muchas veces iguala las fuerzas sobre el campo de juego, para intentar mantener vivo su sueño y seguir haciendo historia.
Aún así, el Sevilla sabe que está obligado a dejar encarrilada esta eliminatoria de un torneo que le ilusiona y en el que quiere repetir su buen papel de los últimos años, pues en las siete últimas campañas fue campeón en 2010, llegó a dos semifinales (2011 y 2013), una vez a cuartos (2015) y también a su tercera final en nueve años, la que perdió en mayo pasado con el Barcelona (2-0 en la prórroga).
