Con motivo de la celebración, ayer, del Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación, que este año se ha centrado en el tema Conservar el suelo y el agua = Asegurar nuestro futuro común, los ecologistas quieren llamar la atención sobre este fenómeno, que en España afecta a más del 30% del territorio.
En declaraciones a la agencia de noticias Efe, el responsable de contaminación de Greenpeace, Julio Barea, ha subrayado que la desertificación es un problema grave que amenaza ya a los Parques Nacionales, y avisa de que “detrás de las Tablas de Daimiel, que ya no existen, va Doñana”.
“Si ni siquiera somos capaces de cuidar joyas de nuestra biodiversidad como son los Parques Nacionales, cómo vamos a cuidar la ladera oeste del Monte Pelado de Ciudad Real”, se pregunta Barea.
Las causas que provocan la desertificación como el cambio climático, la sobreexplotación de los acuíferos y de los recursos hídricos o la agricultura intensiva “no se están atajando”, según Barea, quien aseguró que “plantar cinco arbolitos” no es la solución, sino más bien “poner paños calientes al señor al que le han amputado las dos piernas”.
Se mostró “bastante pesimista” respecto a las acciones puestas en marcha en España para frenar el proceso a pesar de que existe un Plan Nacional de lucha contra la desertificación.
De la situación de Doñana alertó también WWF, que ha presentado un informe sobre las necesidades de agua de los ríos, arroyos y marismas de este espacio protegido, para garantizar su supervivencia a medio y largo plazo.
Esta organización ecologista ha advertido de que, si se siguen sobreexplotando los acuíferos, Doñana sufrirá “irremediablemente” el mismo proceso que el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, que apenas cuenta con un 1% de superficie inundada.
Según los datos de Naciones Unidas, la degradación del suelo afecta a 1.200 millones de personas de todo el planeta Tierra que viven fundamentalmente de la agricultura y la ganadería, y unos 200 millones de seres humanos sufren los efectos de la desertización hasta el extremo de verse obligados a abandonar sus tierras y emigrar a otras zonas.
No obstante, la investigadora del CSIC Mónica García, que actualmente desarrolla su trabajo en Doñana, ha asegurado a Efe que tener un dato consistente a escala mundial o española sobre desertificación es complicado y lo que existe hasta ahora son mapas de riesgo.
A su juicio, no se puede decir que la desertificación avanza como si fuera el desierto, pero sí que la presión humana, interactuando con el clima, hace que se sobreexploten los recursos.y se produzca una pérdida del potencial de los ecosistemas.