Ante el Tribunal Federal de Nueva York, la petrolera defendió que no tuvo nada que ver con la muerte de aquellas personas. Ken Saro-Wiva dirigía una organización que pedía a Shell que asumiera sus responsabilidades en la devastación ambiental provocada en Nigeria.
En 1995 ocho líderes tribales y el escritor Ken Saro-Wiwa fueron hallados culpables de asesinato y sabotaje contra las instalaciones de Shell y fueron ejecutados por las autoridades militares nigerianas, pese a numerosas protestas internacionales.
Cinco años después, un grupo de nigerianos, entre los que se encontraba el hijo de Saro-Wiva, presentó una demanda contra la empresa anglo-holandesa en la que defendía que Shell se conchabó con las autoridades para silenciar a quienes se oponían a sus actividades empresariales en ese país.
El poeta y ecologista nigeriano defendía los intereses de los Ogoni, una comunidad cuya supervivencia estaba amenazada por la explotación petrolífera y la contaminación que ésta generaba en el sudeste del país.
Saro-Wiwa había acusado en numerosas ocasiones a la compañía petrolera, la principal productora de la zona, de destruir esas tierras.
El líder ecologista y otros activistas habían sido el objetivo de las autoridades nigerianas a causa de su campaña política contra el daño medioambiental causado por las empresas petroleras y a favor de la mayor autonomía para la minoría Ogoni.