Obedeciendo a su etiqueta más personal, la comparsa de Germán García embelleció nuevamente con su repertorio más positivista a pesar del tipo representado.
La filosofía más vital de unos refugiados que sacan la alegría a un drama. Otro, el del machismo galopante, esa justificación del asesino ante conductas cuanto menos reprobables que ejerce a la mujer.
Otra letra comprometida con cada miembro de la comparsa con ese esfuerzo titánico por salir adelante. No pueden -no podemos- permitir que se diga “qué flojos somos los gaditanos”. Brutal.