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Afortunado o no

Este fin de semana volví por fin a acudir a los terrenos de juego. Afortunado o no, una vez que suena el pitido inicial, me vuelvo un espectador más. Y ahí uno se da cuenta de todo, afortunado o no.

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Este fin de semana volví por fin a acudir a los terrenos de juego. Afortunado o no, una vez que suena el pitido inicial, me vuelvo un espectador más. Y ahí uno se da cuenta de todo, afortunado o no. Se da cuenta de aquel que viene a ver al mejor deportista de su familia, a aquel que acude porque le gusta ver cómo va el equipo donde antes jugaba o donde actualmente entrena pero a otra categoría. 

Afortunado o no, puedo ver con otros ojos lo que ocurre alrededor de un campo de fútbol. Se da cuenta de “seleccionadores” que quieren jugadores a toda costa sin tener en cuenta a los clubes, se da cuenta de padres y madres que empiezan a pedir penalti cinco segundos antes de que le llegue el balón al delantero.
Se da cuenta del entrenador que no ayuda al árbitro a realizar su labor.

¡Ay trío arbitral! Las que os quedan por sufrir…

Pero, afortunado o no, uno se da cuenta de cómo por culpa nuestra, se agria el carácter de los deportistas. Perdonadme, que no se si os habéis dado cuenta, que detrás de esa cara de futuro Messi o Cristiano hay una persona. Persona pequeña o casi hombre/mujer, según la edad que tenga.

Entrenador protestón, delegado murmurante, padres y madres soeces e irrespetuosos, jueces autoritarios y arbitrarios. Les invito a pasarse algún fin de semana por la Ciudad Deportiva de El Puerto de Santa María.
Allí se celebra una vez cada dos fines de semana, por norma general, un partido de rugby.

¡Cuánto nos queda por aprender de los valores y la actitud que enseñan a los jóvenes portuenses en ese deporte! Doy las gracias a aquellos compañeros, entrenadores y miembros del Club de Rugby Atlético Portuense que me enseñaron a respetar el fallo de los demás, a facilitar las cosas a los que están en el terreno de juego y a animar a los míos sin menospreciar al resto.

Afortunado o no, pasé por esa etapa. Afortunado o no, espero que la cosa cambie en el deporte base. Afortunado o no, soy así gracias a las experiencias vividas. ¿Queremos, por tanto, que nuestros deportistas tengan malas experiencias y, por tanto, acaben siendo malas personas? Afortunado o no, solo puedo daros suerte.

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