Rajoy nos vende precariedad. Como si fuera un emperador romano que reparte pan rancio, mohoso y con gusanos a un pueblo desesperado por el hambre. Se han creado un millón de puestos de trabajo. Faltaría más que no empezase a crearse trabajo después de años sucesivos de destrucción, no podía ser de otra manera. ¿Pero qué empleos se están creando? Sombras funestas de los que había antes de la crisis. Ahora, con los dos miembros de la familia trabajando, una familia no llega a fin de mes ni con milagro por medio. Porque después de pagar las facturas, les queda para poco más. Ejemplo de los empleos de Rajoy es el que le ofrecieron a la ciudadana de Jerez en la panadería y que recorrió todas las redes sociales: un trabajo de nueve horas diarias, sin descansos semanales ni vacaciones y por un salario de 500 euros al mes. Además si sobraba pan o alguien no venía a recoger una tarta encargada, se le restaba del sueldo.
De esos, Rajoy nos promete dos millones más la próxima legislatura. Lo repitió sin descanso, una y otra vez a cada interpelaciónde Sánchez. Enseñando una hoja de estadísticas. Lástima que en ellas no se le vea la cara a nadie, ni a los padres ni a los hijos de esas familias que aun trabajando, siguen en la pobreza. Y no decía otra cosa porque era lo único que le puede hacer ganar, porque hay tantos que todavía no tienen nada que reciben esa promesa como agua de mayo. Un agua de mayo que llega en diciembre y que quiere tapar el frío de los desahucios. ¿Cuántas oportunidades de renegociar la deuda se les dieron a esas familias? Ninguna. Pero Rajoy fue a pedir dinero a Europa, que todos los diarios españoles y extranjeros consideraron como rescate. ¿Para quién? Para la Bankia de su compañero Rodrigo Rato. ¿Quién pagará esos millones que Europa nos prestó para salvar ese enorme agujero? Rajoy dice que los españoles no, me recordó nuestro villancico: ¿tú te crees que Europa son las hermanas de la caridad que prestan de balde y no llevan ná?
El 29 de septiembre de 2012 podíamos leer en La Vanguardia que el ministerio de Educación reducía en siete millones los presupuestos para becas de comedor, endureciendo los criterios para recibir una. De 65.000 alumnos que disfrutaban de la beca completa se quedaron en 20.000. ¿Esas estadísticas no las trajo? ¿Quién dejó sin comer a los niños cuando sus padres no tenían trabajo? Por eso decía Unicef: “la pobreza en España tiene cara de niño”. Aún pueden verla en Youtube.
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Rajoy nos vende precariedad
Ahora, con los dos miembros de la familia trabajando, una familia no llega a fin de mes ni con milagro por medio.
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